
Con el respaldo reciente de Estados Unidos, el Gobierno logró aliviar momentáneamente la presión financiera, aunque los mercados siguen atentos al comportamiento del dólar. Hasta el 19 de septiembre, antes del anuncio de Scott Bessent confirmando el apoyo al programa económico, prevalecía un ambiente de tensión: el Tesoro carecía de margen, el Banco Central había vendido más de USD 1,100 millones en tres días, y el índice de riesgo país alcanzaba los 1,450 puntos, aunque ahora ha bajado a la zona de 1,000. La expectativa general indicaba que pronto sería necesario un ajuste cambiario para detener la salida de divisas y reactivar las reservas.
El respaldo del Tesoro estadounidense como garante del programa ha permitido postergar, sin eliminar, la incertidumbre sobre una posible revisión del esquema. Aunque el equipo económico insiste en que la banda de flotación no cambiará después de las elecciones, las señales del mercado indican otra cosa: la demanda de coberturas continúa, el Tesoro no logró renovar todos sus vencimientos en la última licitación —solo colocó títulos dolar ligados— y las tasas en pesos siguen en niveles muy altos. Las breakevens contra el tipo de cambio superan el techo de la banda.
Incluso después de la confirmación, el viernes por la mañana, de la intervención de Estados Unidos en los mercados oficial y financiero, la dolarización de carteras no se detuvo. El dólar oficial cerró en $1,450, apenas $40 por debajo del límite superior de la banda sin intervención, mientras que el contado con liquidación tocó los $1,544. Con solo cinco días hábiles antes de las elecciones, el mercado muestra cautela, pese a que el acuerdo anunciado podría generar hasta USD 40.000 millones, combinando el swap y la línea de crédito de USD 20.000 millones, que fue negociada con bancos internacionales y cuyo adelanto fue informado por Scott Bessent.
Aunque estos recursos no aumentan las reservas netas del Banco Central, sí fortalecen su capacidad de intervenir en el mercado: las reservas líquidas, estimadas en USD 18.800 millones, podrían llegar a USD 38.800 millones con el swap y a USD 58.800 millones si se suma la nueva línea. Para dimensionar, los vencimientos de deuda soberana en 2024 suman USD 8.400 millones, y el valor de mercado de toda la deuda bajo legislación extranjera ronda los USD 37.000 millones.
El mercado en pesos sigue mostrando poca atracción: la volatilidad y las tasas altas — impulsadas por la incertidumbre cambiaria — permanecen desde hace tres meses. La gran incógnita radica en cuándo y en qué niveles las tasas podrán ajustarse a un crecimiento económico sustentable. Con un posible salto del dólar, las tasas nominales pierden efectividad como ancla y estímulo para reducir la dolarización.
Sin embargo, la semana trajo signos de alivio: la tasa de caución alcanzó un pico del 120% TNA y la de pases a un día llegó al 157% TNA, pero ambas retrocedieron a promedios del 50% y 35% TNA, respectivamente. Esto llevó a una compresión en los rendimientos de las Lecap y Boncap, que ahora ofrecen tasas efectivas cercanas al 3.8% mensual, frente al 4.7% del miércoles. Los bonos ajustados por inflación mostraron una tendencia similar, con tramos cortos a CER +21%, mediano a CER +20% y largo cerca del 17%.
En el mercado también ingresaron $2.11 billones provenientes de vencimientos no renovados, tras la licitación del miércoles, lo que puede aliviar la presión sobre la liquidez y permitir nuevas bajas en las tasas. La liquidez bancaria, tras la inyección, subió a $18.96 billones, aunque aún por debajo del promedio de septiembre, pero por encima de los $16.8 billones previos a la medida.
A pocos días de las elecciones, el mercado navega entre dos narrativas: una, que el Gobierno puede mantener el actual escenario más allá del 26 de octubre; y otra, que la incertidumbre continuará. La clave será si el Gobierno logra sostener la primera opción más allá de los comicios.