Las albóndigas de calabaza y queso ricotta al horno representan una opción vegetariana llena de sabor, color y suavidad, ideal para el otoño. Este plato funciona como platillo principal ligero o entrada, sorprendiendo por su textura aterciopelada y su equilibrio entre el dulzor de la calabaza y el frescor cremoso de la ricotta. Es una alternativa saludable, libre de frituras, que aprovecha ingredientes vegetales de temporada.
Inspiradas en la gastronomía mediterránea, estas albóndigas tienen variantes en la cocina moderna italiana y española. La combinación de calabaza y ricotta o requesón es habitual en preparaciones otoñales caseras. Se sirven solas, con salsa de tomate casera o acompañadas de una ensalada fresca. También son perfectas como parte de un menú vegetariano o un tapeo saludable.
La receta se hornea para obtener albóndigas doradas y jugosas, evitando el exceso de grasa. El resultado son pequeñas bolas suaves y aromáticas, ideales tanto calientes como a temperatura ambiente.
Consejo: Si la mezcla queda muy húmeda, añade un poco más de pan rallado. Para un sabor adicional, incorpora nuez moscada o ralladura de limón antes de formar las albóndigas.
Esta receta alcanza para aproximadamente 4 personas, con 15 a 18 albóndigas medianas. Los valores nutricionales varían según los ingredientes específicos utilizados.
Las albóndigas se pueden conservar en un recipiente hermético en la nevera durante 2 a 3 días. También se pueden congelar antes del horneado, colocadas separadas en una bandeja y luego en bolsa o tupper, con una duración máxima de tres meses. Para recalentarlas, lo más recomendable es usar el horno o una sartén para mantener su textura.
