Entre escombros de escuelas atacadas, en hospitales saturados, en funerales y junto a niños desnutridos, el periodista Anas al Sharif, de la cadena Al Jazeera, documentaba la devastación en Gaza desde el inicio de la ofensiva israelí. Con 28 años, su misión era mostrar al mundo el horror de su tierra, a pesar de las amenazas constantes de Israel, que lo acusaba sin pruebas de ser miembro de Hamas.
El pasado 27 de julio, esas amenazas se materializaron cuando el Ejército israelí lo asesinó en un bombardeo directo contra su tienda de campaña, cerca del hospital Al Shifa. Media hora antes del ataque, Al Sharif había compartido un video en redes sociales mostrando explosiones en Gaza y denunciando la situación humanitaria.
Sus colegas y habitantes de Gaza gritaron desesperados al descubrir su cuerpo ensangrentado, reconociéndolo como uno de los periodistas más respetados y admirados en la región. Consciente del riesgo, el joven periodista siempre manifestó temor a ser víctima de ataques, temor que se intensificó después de que un portavoz militar israelí lo calificara en julio de 'falso y manipulador', además de acusarlo de ser parte de una campaña de Hamas.
Desde entonces, Al Sharif expresó en una carta que vivía con la constante sensación de que lo podían convertir en mártir en cualquier momento, señalando que su cobertura afectaba la imagen de Israel en el mundo. La organización Comité para la Protección de Periodistas (CPJ) alertó sobre la campaña de desprestigio israelí y solicitó protección para él.
El Ejército israelí justificó el ataque señalando que Al Sharif tenía vínculos con Hamas, pero no presentó pruebas verificables. El ataque también cobró la vida de otros tres periodistas del canal catarí que estaban en la misma tienda, en un contexto de intensificación de la ocupación israelí tras haber causado la muerte a más de 61 mil gazatíes, según datos del Ministerio de Sanidad.
Con esperanza en volver a contar momentos históricos, como la firma de un alto el fuego en enero, Al Sharif siempre prometió transmitir la verdad, incluso en medio del temor de ser silenciado. En su carta de despedida, expresó su compromiso con la realidad de Gaza y pidió que no lo olvidaran en sus oraciones, dejando un legado de valentía y denuncia frente a la barbarie.