En medio de una escalada de tensiones arancelarias a nivel mundial, Argentina y Estados Unidos podrían aprovechar un acuerdo de facilitación comercial para convertir a Argentina en un socio estratégico en la reconfiguración de las cadenas globales de valor. Este acuerdo, en un contexto donde el nearshoring y el friend-shoring ganan terreno, ofrecería una vía para incrementar exportaciones con valor agregado sin romper con el bloque de MERCOSUR.
El escenario global en 2025 también refleja una creciente fragmentación del comercio internacional. Estados Unidos, en su competencia con China, ha adoptado medidas arancelarias agresivas y priorizado vínculos bilaterales con países considerados cercanos desde lo político. Para América Latina, esto significa tanto oportunidades como riesgos, ya que las reglas del juego pueden cambiar rápidamente.
Un acuerdo de facilitación comercial busca simplificar el comercio, reduciendo costos y trámites mediante medidas como digitalización, armonización de estándares y reconocimiento mutuo de certificaciones. Estas medidas favorecerían especialmente a las pequeñas y medianas empresas exportadoras argentinas, facilitando el cumplimiento regulatorio y disminuyendo tiempos y costos.
Además, si el acuerdo incluyera preferencias arancelarias sectoriales o limitadas, los beneficios se multiplicarían, impactando positivamente en sectores como la agroindustria, manufacturas con valor agregado, energía y servicios basados en conocimiento. La estrategia permitiría una apertura «quirúrgica», sin comprometer el bloque regional ni generar conflictos internos.
En la vida diaria, las PyMEs argentinas serían las primeras en beneficiarse, logrando acceder a Estados Unidos con menor burocracia y mayor certeza operativa. Esto impulsaría la transformación productiva, promoviendo la producción de bienes con mayor valor agregado, generando más empleo en el sector industrial, tecnológico y logístico.
A nivel macroeconómico, la mayor previsibilidad en el comercio exterior ayudaría a estabilizar la moneda, reducir la inflación y mantener un flujo constante de divisas. En suma, un acuerdo bien diseñado podría traducirse en más empleos, mayor volumen de exportaciones y mayor estabilidad económica.
No obstante, existen desafíos. La compatibilidad con las reglas del MERCOSUR será esencial para garantizar que el acuerdo no genere asimetrías internas. Además, será clave seleccionar sectores con potencial de exportación y empleo, evitando abrir segmentos sensibles a competencia externa. También será necesario fortalecer el marco legal en propiedad intelectual, calidad, seguridad alimentaria y estabilidad macroeconómica.
Un riesgo importante es la dependencia excesiva de EE.UU.; por ello, Argentina debe diversificar sus vínculos comerciales, manteniendo relaciones con otros socios como China. La clave será aprovechar esta oportunidad sin descuidar la autonomía y la integración regional.
¿por qué no dejar pasar esta oportunidad? La coyuntura internacional actual, marcada por la disputa estratégica entre EE. UU. y China, sitúa a Argentina en una posición única para redefinir su inserción global. Aunque la distancia geográfica puede parecer una desventaja, la infraestructura logística, como la hidrovía y el corredor bioceánico, junto con una economía diversificada en recursos y talentos, brindan ventajas competitivas.
Un acuerdo sectorial de facilitation con preferencias específicas permitiría a Argentina insertarse crediblemente en el nuevo mapa del comercio internacional. Si se combina con reformas en infraestructura, competitividad y estabilidad macroeconómica, esta estrategia podría transformar la relación bilateral en una alianza económica basada en inversiones, exportaciones y diversificación, fortaleciendo el rol del país en la economía global.