Este jueves 28 de agosto, Kiev fue escenario de un ataque masivo que causó la muerte de al menos 21 personas, incluyendo cuatro menores, en uno de los episodios aéreos más severos lanzados por Rusia contra Ucrania desde el inicio de la invasión en febrero de 2022. Estados Unidos calificó esta agresión como una “amenaza” para los diálogos de paz promovidos por Donald Trump.
A pesar del impulso de Washington por encontrar una solución diplomática, Rusia continúa bombardeando ciudades ucranianas, dificultando los avances en las negociaciones. La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, expresó que el presidente estadounidense “no estaba contento” con la noticia, pero tampoco sorprendido. Por su parte, Keith Kellogg, enviado especial de Estados Unidos en Ucrania, condenó los “ataques atroces” que, a su juicio, amenazan la búsqueda de paz.
Las cifras preliminares indican que, además de las víctimas mortales, unas 50 personas resultaron heridas. El ataque dañó áreas céntricas de Kiev, incluyendo la representación de la Unión Europea y la oficina del British Council. Rescatistas reportaron la extracción de varios cadáveres en un edificio residencial destruido en un barrio del este de la capital, donde una bomba dejó un cráter y provocó la destrucción de un edificio de cinco pisos, además de dañar una escuela de preescolar y un centro comercial.
Testigos como Galina Shcherbak relataron la intensidad de la explosión y el miedo en las inmediaciones. El ejército ucraniano informó que Rusia utilizó 598 drones y 31 misiles, entre ellos dos misiles supersónicos Kinzhal, en lo que representa el segundo mayor ataque aéreo en el país desde 2022.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, calificó el ataque como una “horrible y deliberada matanza de civiles” y acusó a Rusia de priorizar la violencia sobre la diplomacia, llamando a la comunidad internacional a imponer nuevas sanciones.
Desde el Kremlin, el portavoz Dmitri Peskov afirmó que Rusia sigue enfocada en objetivos militares y mantiene abiertas las puertas a negociaciones diplomáticas, pese a los continuos bombardeos. La ofensiva ocurre en un contexto de negociaciones de paz estancadas y tras más de tres años y medio de conflicto.
El impacto en la misión de la Unión Europea en Kiev llevó al presidente del Consejo Europeo, António Costa, a declarar que la unión “no se dejará intimidar” por Rusia. Líderes europeos y británicos condenaron enérgicamente los ataques, mientras el primer ministro británico, Keir Starmer, acusó a Putin de matar niños y civiles y sabotar las esperanzas de paz.
Asimismo, el presidente francés Emmanuel Macron tildó la agresión como “terror y barbarie”, y el canciller alemán Friedrich Merz subrayó que con estos ataques Rusia “ha mostrado su verdadera cara”. Finalmente, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, advirtió que los ataques contra civiles y su infraestructura “son inaceptables y deben cesar de inmediato”, reafirmando la necesidad de respetar el derecho internacional humanitario.