El Ministerio de la Producción (PRODUCE) de Perú anunció la ampliación del límite máximo de captura total permisible (LMCTP) de la pota para 2025, elevándolo a 609,935 toneladas. Esta decisión ha generado debate sobre los criterios científicos que la respaldan y el equilibrio entre la demanda del sector y la conservación del recurso. La duda central es si esta medida responde a nuevos datos científicos o a las solicitudes de pescadores y armadores.
En el caso de especies como el bonito, la tendencia es similar: cada año se solicitan aumentos de cuotas, muchas veces sin contar con estudios científicos recientes que los avalen. En contraste, decisiones respecto a especies como la anchoveta, jurel o caballa se fundamentan en información técnica actualizada y en la aplicación del principio precautorio, mostrando la necesidad de aplicar criterios uniformes para garantizar la sostenibilidad de todos los recursos.
Un aspecto poco mencionado es que cada incremento en la cuota suele venir acompañado de una caída en los precios, afectando principalmente a quienes empujan dichas ampliaciones. Pescadores y armadores protestan por la percepción de que las industrias no pagan tarifas justas, aunque muchas veces el problema radica en la fluctuación natural de la oferta y la demanda, y no en las políticas del comprador. La abundancia en el mar no siempre significa prosperidad en tierra.
Paralelamente, PRODUCE anunció la operación científica "Calamar Gigante IV" para noviembre, con el objetivo de recolectar datos biológicos y pesqueros mediante embarcaciones artesanales voluntarias. Es curioso que esta investigación llegue después de la aprobación de la cuota, cuando lo lógico y prudente sería obtener información confiable antes de decidir sobre las cuotas.
Algunos actores del sector sostienen que la pota podría soportar una cuota mayor, basándose en su aparente abundancia. Sin embargo, evaluar la salud de su población sin datos precisos sobre su biomasa entraña riesgos, ya que un solo temporada con reclutamiento bajo o desove irregular puede alterar peligrosamente el equilibrio poblacional. La confianza ciega en la gestión pesquera sin evidencia puede conducir a la sobreexplotación.
Por otro lado, se cuestiona la falta de un crucero científico directo por parte del Instituto del Mar del Perú (IMARPE), argumentando que su falta se debe a limitaciones presupuestarias, no a una omisión deliberada. La dependencia en la cooperación de la flota artesanal para recolectar datos refleja la necesidad de fortalecer los recursos e infraestructura del organismo.
El punto clave en este escenario es la escasa comprensión acerca de la gestión precautoria de los recursos marinos. Las cuotas no son simples restricciones, sino instrumentos para garantizar la continuidad del recurso. Considerar que la pota "es abundante" sin conocer en detalle su dinámica poblacional implica un riesgo alto.
Por ello, cualquier decisión, como la ampliación de cuotas, debe fundamentarse en evidencia científica sólida y en una colaboración efectiva entre los sectores público y privado para generar datos confiables. Solo así se logrará un manejo sostenible del recurso.
El éxito de la próxima operación científica dependerá del compromiso de los armadores y gremios artesanales, quienes deben participar activamente. Para cubrir todo el litoral se requieren al menos 25 embarcaciones; en la operación anterior, solo participaron 14, dejando varios transectos sin datos.
Sin información confiable, las decisiones seguirán basándose en suposiciones, y las ampliaciones de cuota se convertirán más en acto de fe que en gestión responsable.