Sin evidencia científica que respalde sus afirmaciones, Donald Trump en Estados Unidos limitó en el país el uso de Tylenol, marca comercial del paracetamol, en mujeres embarazadas y recién nacidos, afirmando que el medicamento podría causar autismo.
El expresidente calificó la situación como “una crisis terrible” y vinculó el uso de Tylenol con el autismo, demandando que se etiquete con advertencias en centros de venta y sugiriendo que “no hay ninguna desventaja en no tomarlo” durante el embarazo, recomendando su consumo solo en casos de “fiebres extremas” bajo supervisión médica.
En su discurso, Trump afirmó: “Hay un rumor, que no sé si es cierto o no, de que en Cuba no tienen Tylenol porque no hay dinero para ello y casi no hay casos de autismo. Y hay otros lugares en el mundo que no tienen Tylenol y tampoco tienen autismo. Eso ya dice mucho”.
Susana de la Fuente, presidenta de la Asociación Asperger Autismo México A.C., rechazó esas declaraciones, señalando que son incorrectas. Ella explica que el Trastorno del Espectro Autista (TEA), comúnmente llamado autismo, es “una condición neurobiológica que forma parte del espectro”. Las personas con autismo enfrentan desafíos en la interacción social y en la comunicación.
De la Fuente aclara que el autismo es una condición, no una enfermedad, un trastorno del neurodesarrollo que manifiesta desde el nacimiento, por lo que no puede determinarse mediante análisis de sangre, sino a través de evaluaciones clínicas realizadas por especialistas como neuropediatras, psiquiatras, neurólogos o psicólogos con experiencia en diagnóstico del TEA.
Las evaluaciones incluyen pruebas de comportamiento y desarrollo, criterios establecidos en manuales internacionales como el DSM-5 o el CIE-11, emitidos por la Organización Mundial de la Salud. Gracias a estas herramientas, los diagnósticos pueden efectuarse incluso en los primeros meses de vida.
Respecto a la relación entre medicamentos y autismo, Susana de la Fuente indica: “No hay evidencia clara que vincule el uso del acetaminofen en el embarazo con autismo”. Aunque algunos estudios sugieren una posible asociación, no hay pruebas de causalidad. Además, desmiente el mito de que las vacunas, como la triple viral, causen autismo, subrayando que no existe evidencia científica que lo respalde.
La detección temprana de síntomas es fundamental. La profesora Ana Shizue Aoki, de la Facultad de Psicología, señala que si a los tres años y medio la persona no tiene habla y no presenta otros trastornos específicos, es recomendable consultar a un especialista para descartar autismo.
Todos los síntomas del autismo pueden ser tratados mediante terapias de apoyo, centradas en mejorar las interacciones sociales, las habilidades sensoriales, las funciones ejecutivas y el lenguaje. El nivel de apoyo que puede requerir una persona con autismo varía: por ejemplo, el nivel tres, antes conocido como autismo severo, implica la necesidad de terapias múltiples para su integración social.
En cuanto a la herencia, Susana de la Fuente afirma que el autismo tiene un fuerte componente genético, por lo que el riesgo aumenta en familias donde hay antecedentes en un miembro. Sin embargo, también existen factores desconocidos que podrían influir en su desarrollo.
Por otro lado, muchas personas con autismo presentan talentos o habilidades especiales, conocidos como “savant”, que les permiten destacarse en áreas como ciencias, idiomas o tecnología. Algunos poseen coeficientes intelectuales superiores a la media y muestran intereses peculiares que potencian su desarrollo.
En México, diferentes organizaciones, como la Asociación Asperger Autismo México A.C., ofrecen servicios y acompañamiento para niños, adolescentes y adultos con autismo. Esta asociación se enfoca en atender a adultos, un sector que en otras instituciones suele quedar desatendido.
Para más información o contacto, los interesados pueden seguir en el canal de El Sol de México en WhatsApp y conocer las opciones de apoyo disponibles.