Banco de Tejidos del Edomex, clave en la atención a víctimas de explosiones y quemaduras graves

Por: Equipo de Redacción | 19/09/2025 18:00

Banco de Tejidos del Edomex, clave en la atención a víctimas de explosiones y quemaduras graves

En los pasillos del Banco de Tejidos del Estado de México, al abrirse una de sus cámaras frías, se observan cuidadosamente bandejas con piel, huesos largos, membranas de colágeno y parches de tejido amniótico, cada uno con el código de un donador que, tras su fallecimiento, deja un legado capaz de transformar vidas.

Su importancia se evidenció tras la reciente explosión en el Puente de la Concordia, en Ciudad de México, donde un tráiler cargado con combustible provocó decenas de víctimas con quemaduras graves. Hasta el momento, las autoridades reportan 20 muertos, 31 hospitalizados y 33 personas dadas de alta, entre las cuales ocho de las víctimas mortales y 24 de los lesionados eran mexiquenses.

Ubicado en Toluca, el Banco de Tejidos no solo abastece a hospitales en el Estado de México, sino que también es el único centro multitejidos en México y uno de los dos en toda América Latina. Su infraestructura avanzada permite atender emergencias en cualquier parte del país, con insumos que no tienen sustituto en laboratorios farmacéuticos.

En 2024, entregó 10 mil metros cuadrados de tejidos al Instituto Nacional de Rehabilitación, incluidos 3 mil metros de piel, demostrando su alcance y crecimiento en los últimos años. Desde su apertura en 2008 y tras consolidar su infraestructura en 2015, el centro ha obtenido certificaciones internacionales de calidad.

A diferencia de otros centros que procesan solo un tipo de tejido, aquí se trabajan huesos, tendones, piel, córneas y membrana amniótica, una característica que lo coloca al nivel de su par en Colombia, siendo uno de los centros más completos en la región.

Su directora, Ingrid Marisol Pérez Espejel, informó que cada año benefician a más de 3,000 pacientes en 19 estados, evidenciando su capacidad de respuesta ante emergencias nacionales. Solo en 2024, la captación de tejidos músculo-esqueléticos aumentó un 32%, con 99 donadores efectivos.

La donación de tejidos amplía las posibilidades de tratamiento: huesos largos para fracturas, tendones que restituir movilidad, chips óseos para cirugías reconstructivas, córneas que recuperan la visión y piel para quemaduras extensas. Incluso la placenta, habitualmente desechada, se transforma en parches de tejido amniótico que cubren heridas y úlceras.

El proceso de donación, que en promedio recibe un donador semanalmente y hasta cuatro en algunos fines de semana, se realiza con respeto absoluto. La piel extraída se limita a zonas como la espalda y muslos, y los huesos se mantienen en forma con prótesis para preservar la apariencia natural.

Para Pérez Espejel, lo más importante es dignificar al donador, permitiendo que sus familias se despidan sin notar la donación, y que los tejidos puedan convertirse en la base para nuevas vidas. La infraestructura del centro fue puesta a prueba tras el estallido en el Puente de la Concordia, abriendo su stock para responder de inmediato.

Estos tejidos no solo sirven en atención rápida, sino que también son cruciales durante la recuperación, ya que los injertos ayudan a proteger las heridas, reducir infecciones y mejorar las probabilidades de recuperación. Los huesos donados, que carecen de células vivas, disminuyen el rechazo y facilitan procesos menos dolorosos.

Además de su labor asistencial, el banco colabora en proyectos de investigación para desarrollar nuevos biomateriales, como la membrana de colágeno, que en los próximos años ampliarán la capacidad de atención a nivel nacional.

La directora del centro enfatiza la importancia de hablar de donación en familia y expresar ese deseo claramente, porque nunca se sabe cuándo se puede necesitar. "Decir sí a la donación es trascender, incluso después de la muerte, para seguir ayudando a otros."

Tras casi veinte años de operación, el Banco de Tejidos del Estado de México se ha convertido en una reserva estratégica de vida y recuperación, almacenando no solo fragmentos físicos, sino también esperanza para quienes luchan contra las secuelas de graves quemaduras.