
Durante 32 años, Roberto Velázquez González dedicó su vida a combatir incendios, realizar rescates y atender emergencias químicas en Toluca. La semana pasada, fue sometido a una cirugía de pulmón debido a una infección crónica que dañó su corazón, una condición resultante de la exposición constante a humo y sustancias tóxicas durante su labor.
Roberto explica que su enfermedad no surgió de un incidente aislado, sino por décadas de exposición sin el uso de equipos de respiración autónoma. 'Me tuvieron que hacer una operación de pulmón; ahí descubrieron que mi corazón también estaba dañando por lo que respiraba. No contábamos con equipo adecuado, inhalaba todo lo que había en los incendios, productos químicos, todo lo dañino para la salud', comentó.
La falta de equipo de protección personal (EPP) ha sido una constante en el servicio de bomberos en Toluca. Este EPP incluye casco, chaquetón, pantalón, botas, guantes y un aparato de respiración autónoma, pero en la ciudad estos recursos son limitados y, según testimonios, los aparatos tienen hasta ocho años sin ser renovados.
Un bombero en activo, que pidió no divulgar su nombre por temor a represalias, detalló que en las subestaciones de Toluca hay solo tres equipos de respiración por turno, de los cuales solo dos funcionan correctamente. Con una media de siete bomberos por emergencia y apenas diez equipos funcionales para 30 elementos en cuatro estaciones, la situación se agrava.
Esta escasez es especialmente peligrosa en una ciudad con zonas industriales, presencia de materiales peligrosos y riesgo de derrames químicos. Los bomberos están expuestos no solo al humo, sino también a contaminantes como amoníaco, solventes y aguas residuales.
La exposición prolongada a estos agentes genera daños acumulativos en la salud, incluyendo fibrosis pulmonar, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), cáncer de pulmón y problemas cardiovasculares. Estudios oficiales y publicaciones especializadas indican que los bomberos enfrentan un mayor riesgo de desarrollar trastornos respiratorios crónicos, agravado por la falta de protocolos de seguimiento médico y revisiones periódicas en México.
Roberto comparte que su condición acumuló años de exposición, y a pesar de haber sido despedido sin servicio médico y con una salud dañada, hoy cuenta con apoyo familiar para mantenerse. 'Quedé limitado físicamente', lamentó.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en México hay alrededor de 16 mil bomberos, con una edad promedio de 37 años, de los cuales más del 40% no cuenta con equipo de protección completo. La Asociación Mexicana de Jefes de Bomberos reporta que el déficit de equipos de respiración autónoma alcanza 60% a nivel nacional y que muchos trajes estructurales superan los cinco años recomendados.
A diferencia de países como Estados Unidos, donde los bomberos reciben revisiones médicas mensuales, protocolos de rehabilitación psicológica y renovación de equipo cada tres años, en México no existen estos esquemas ni esquemas de retiro garantizados.
El salario promedio en el Estado de México varía entre 8 mil y 12 mil pesos mensuales, por debajo de la línea de bienestar urbano, lo que refleja las precarias condiciones laborales de los bomberos. Roberto recuerda escenas trágicas, como el rescate de una bebé de ocho meses fallecida en un accidente vial, que le dejaron profundas heridas emocionales y que en México no son atendidas con revisiones psicológicas periódicas.
El bombero en retiro hizo un llamado a las autoridades municipales, estatales y federales para que prioricen la seguridad del personal de bomberos. 'Muchos son voluntarios y trabajan sin equipo, las empresas pueden ayudar para que las estaciones tengan mejores recursos', afirmó.
A pesar de las secuelas de salud, Roberto mantiene la esperanza de que su experiencia sirva para impulsar mejoras y evitar que otros bomberos pasen por lo mismo. 'Me gustaría que ningún compañero pase por lo que yo estoy viviendo', concluyó.