
En el Estado de México, la disminución en la siembra de maíz este año no solo se atribuye a las lluvias, sino también a una marcada reducción en la participación de productores en las parcelas, lo que refleja un fracaso en las políticas públicas dirigidas al sector agrícola y una crisis para los productores locales. Vicente Álvarez Delgado, presidente del Sistema Producto Maíz, informó que en los últimos dos años la producción ha caído más del 50%.
En entrevista, Álvarez Delgado reconoció que aunque existen apoyos para quienes cuentan con la tarjeta morada, estos no representan una verdadera producción. Además, advirtió que, pese a tener agua, hay que recordar que la sequía prolongada afectó la siembra de maíz.
El dirigente agrícola subrayó que la falta de siembra implica que la producción no puede generarse, y que la situación es aún más preocupante considerando que ya se venía arrastrando un déficit de superficie sembrada, con afectaciones mínimas por inundaciones en las parcelas que sí se sembraron.
Asimismo, explicó que las lluvias copiosas que llegan ahora, en lugar de limitarse a causar daños, también pueden beneficiar al campo, aunque los daños en algunas parcelas son evidentes.
Álvarez Delgado denuncíó que la carencia de políticas públicas eficaces, en particular en apoyos crediticios, está agravando la situación. La reducción de superficie sembrada, sumada a las afectaciones por lluvias excesivas, ha provocado un descenso en la producción total, que el año pasado no superó las 600 mil toneladas en el Estado de México.
A la mitad del ciclo de producción, el sector agrícola no tiene claridad sobre lo que pueda ocurrir más adelante. El representante agrícola criticó que las autoridades parecen no mostrar interés por la problemática del maíz, y resaltó que en todo México la producción se ha desplomado, pasando de 6 millones a menos de 2 millones de toneladas.
Finalmente, lamentó la creciente importación de más de 30 toneladas de maíz transgénico desde EE.UU., Sudáfrica, Argentina y Brasil, en un momento en que el consumo de productos naturales debería ser prioritario. Esto evidencia una preocupante dependencia de insumos importados frente a una producción local que sufre una profunda crisis.