Este sábado, Toluca vivió una tarde excepcional. Una multitud de seguidores del Club América, en colores amarillo y azul, abarrotó las calles del centro de la ciudad en una celebración llena de música, banderas, cánticos y esperanza. La motivación: el club, considerado el más laureado del fútbol mexicano, está a un paso de hacer historia al buscar su cuarto título consecutivo, el tan ansiado tetracampeonato, y su afición no quería perderse ese momento.
Desde las 14:00 horas, los alrededores del Monumento Benito Juárez comenzaron a recibir a decenas de familias, grupos de amigos y miembros de barras, todos con un objetivo común: apoyar a su equipo mediante una caravana que se ha convertido en tradición en partidos importantes fuera de casa.
Niños con el rostro pintado, jóvenes con camisetas del equipo y adultos portando grandes banderas se unieron en un solo canto. La procedencia de los asistentes variaba, pero la identidad azulcrema los unió, creando un ambiente de fiesta.
El lugar se transformó progresivamente en un carnaval, donde los cánticos de la hinchada americanista resonaron con temas como "Vamos América", "Ame, mi buen amigo", "Mi corazón pintado bicolor" y el clásico "Carnaval toda la vida", atrayendo la atención de los paseantes.
Instrumentos de percusión —bombos, repiques, surdos y redoblantes— marcaron el ritmo de una manifestación que fue más allá del fútbol, mostrando un carácter emocional, cultural y simbólico. Algunos aficionados llevaban máscaras, pelucas, pinturas faciales y mantas con mensajes relacionados con la esperanza del tetracampeonato.
El sueño del “tetracampeón” no es casualidad. En torneos cortos, ningún equipo ha logrado conquistar cuatro títulos consecutivos. América, con su historia y espíritu competitivo, está cerca de lograrlo, y su afición lo refleja con esta caravana que fue más que un apoyo, una muestra de fe colectiva.
La emoción aumentó con la aparición de bengalas azulcremas, que iluminaron el cielo de Toluca en azul y amarillo, acompañadas por cohetes que anunciaban un capítulo más en la historia del club. El ambiente se cargó de energía y misticismo, como si cada chispa fuera una promesa: “Hoy, ganamos todos”.