El gobierno de Estados Unidos confirmó este miércoles la destitución de Susan Monarez, quien fungía como directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), después de que ella se negara a renunciar. La decisión se dio en medio de un enfrentamiento con el secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., un conocido escéptico de las vacunas y promotor de reformas polémicas en la política sanitaria del país.
Monarez, quien asumió el cargo hace menos de un mes, fue removida del puesto por el Departamento de Salud y Servicios Humanos, que afirmó en la plataforma X que ella “ya no es directora” del organismo. Sin embargo, la funcionaria y sus abogados señalan que no recibió notificación formal de su despido y mantienen que ella continúa en funciones.
Los abogados de Monarez argumentaron que ella no dejaría el cargo, pues fue designada por el presidente y confirmada por el Senado, por lo que solo el mandatario puede removerla formalmente. Añadieron que la notificación de su despido, recibida esa misma noche por un funcionario de la oficina de personal de la Casa Blanca, es juridicamente inválida.
Por su parte, el portavoz Kush Desai de la Casa Blanca explicó que la decisión se tomó porque Monarez “no está alineada con la agenda del presidente de ‘Hacer que Estados Unidos vuelva a ser saludable’”. Además, añadió que Monarez se negó a renunciar pese a informar a la dirección del Departamento de Salud sobre su intención.
La destitución ocurrió en medio de una creciente controversia por las reformas en la política de vacunas impulsadas por Kennedy Jr., quien ha promovido principios que contradicen el consenso científico sobre la seguridad y efectividad de las vacunas. Esta situación ha llevado a la renuncia de cinco altos cargos de los CDC, quienes acusaron presiones para seguir una agenda política y no basada en evidencia científica.
Uno de los exempleados, Demetre Daskalakis, expresó en redes sociales su rechazo a trabajar en un entorno donde las decisiones no se fundamentan en la ciencia y describió la situación como perjudicial para la salud pública.
El enfrentamiento refleja las tensiones internas en la política sanitaria de Estados Unidos, ante un contexto donde ciertos cambios están siendo cuestionados por la comunidad científica y por profesionales de la salud pública.