La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) elevó su estimación de crecimiento para la región en 2025 a un 2.2 por ciento, desde el 2 por ciento previsto en abril pasado. Durante la presentación del “Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2025”, el organismo destacó que persisten tensiones geopolíticas, incremento del proteccionismo global y posibles disrupciones en cadenas de suministro, factores que siguen condicionando el desempeño económico.
La CEPAL señaló que la economía regional enfrenta desafíos como la debilidad de la demanda externa, condiciones financieras restrictivas, menor dinamismo en el consumo, baja inversión, alta informalidad laboral y profundas desigualdades estructurales. En México, la proyección del Producto Interno Bruto (PIB) se mantiene en un 0.3 por ciento para ese año, posicionando al país como la economía de menor crecimiento en la región, solo por encima de Cuba y Haití, que experimentarán caídas del 1.5 y 2.3 por ciento, respectivamente.
El organismo destacó que en México, la recuperación económica ha sido impulsada principalmente por el sector agrícola, aunque en los últimos meses ha enfrentado sequías y condiciones climáticas extremas. Además, resaltó los avances en la convergencia fiscal, como la reducción del gasto primario respecto al año anterior.
Para 2026, CEPAL proyecta un crecimiento del 1 por ciento en México, todavía afectado por la demanda externa débil. La institución advirtió que las economías de América Latina y el Caribe enfrentan un panorama complejo, caracterizado por bajo crecimiento, inflación estancada y márgenes fiscales cada vez más limitados para responder a choques externos.
En particular, Centroamérica y México, dependientes del dinamismo comercial y financiero de Estados Unidos, han sido las más afectadas por la disminución en la demanda externa, influenciada por incertidumbres políticas, nuevos aranceles y altas tasas de interés a largo plazo. Se espera que la economía estadounidense, que aporta una cuarta parte del PIB mundial, desacelere en 2025 con un crecimiento estimado de apenas el 2 por ciento.
Internamente, las debilidades estructurales en consumo e inversión continúan limitando el crecimiento. Aunque el consumo privado sigue como principal motor del PIB, su expansión se ve afectada por una creación de empleo débil, baja confianza de los hogares y condiciones crediticias restrictivas. Además, el margen fiscal sigue siendo limitado, dificultando la adopción de medidas de gasto público para impulsar la economía. Se estima que en 2025, los ingresos del gobierno central en América Latina alcanzarán solo el 18.7 por ciento del PIB, con un gasto estable en 21.8 por ciento.