Este lunes, el Tribunal de Rosario dictó sentencia en uno de los casos más resonantes de los últimos años en la región. Los jueces Mariano Aliau, Pablo Pinto y Carlos Leiva condenaron a Nahuel Matías Basualdo, alias “Ciruja”, a 17 años de prisión tras acreditar su responsabilidad en el homicidio agravado de Ismael Barboza, un joven de 19 años que fue baleado en la puerta de su casa en el barrio Alvear en mayo de 2022.
Según informó el portal Rosario3, la condena fue leída ayer al mediodía en la sede judicial, confirmando la hipótesis presentada por la Fiscalía desde el inicio del proceso.
La investigación, dirigida por el fiscal Lisandro Artacho, reunió pruebas contundentes contra el acusado, incluyendo testimonios directos y pericias forenses. Durante el debate oral, quedó en evidencia que Basualdo era un conocido cuidacoches en la zona, vinculado a tareas informales en el cruce de Seguí y Carrasco, a menos de 200 metros del lugar del crimen.
A pesar de los intentos de la defensa por desligarlo del hecho, el tribunal evaluó las evidencias acumuladas y determinó que Basualdo disparó cinco veces contra Barboza.
El fallo señala que el 9 de mayo de 2022, alrededor de las 18:20, Barboza se encontraba en su domicilio en la calle Biedma al 2800, en el barrio Alvear. Dos amigos de la víctima, testigos claves, declararon haber escuchado una llamada en la puerta y reconocer la voz de Basualdo, quien preguntó: “Negrito, ¿todo bien? ¿Está el Isma?”, identificando así al agresor por su tono y un lunar en su rostro.
Al salir, Barboza fue alcanzado por tres impactos de bala en el tórax, trastabilló hacia el interior de su vivienda y falleció frente a sus amigos y familiares. Luego, el agresor huyó y permaneció prófugo durante cinco meses hasta ser detenido, tras reconocimientos de testigos en una rueda de personas.
El fiscal explicó que la casa de la víctima fue allanada en una investigación vinculada a una banda narco liderada por Máximo Ariel “Viejo” Cantero, del clan de Los Monos. La madre y una hermana de Barboza siguen detenidas por su presunta participación en esa red, aunque en el juicio no se probó una conexión directa con el asesinato.
Durante el proceso, Basualdo nunca admitió su responsabilidad y afirmó que el verdadero homicida estaba detrás de él o que huyó por miedo, pese a su inocencia. Sin embargo, los jueces descartaron esas versiones ante la contundencia de los testimonios y las pericias balísticas.
Cabe destacar que, según la causa, existía una disputa previa entre víctima y agresor, aunque no se precisó el motivo ni su gravedad. La Fiscalía subrayó que el entorno narco de Barboza no fue un factor determinante en el crimen, constituyendo solo un trasfondo sin relación directa con el motivo del homicidio.
