Pedro, un hombre que diariamente atraviesa encharcamientos de agua pluvial en la avenida 16 de Septiembre, en Cuautitlán, auxilia a automovilistas que desean evitar los peligros de los baches a cambio de unas monedas. Desde muy temprano, él y otros ayudantes se colocan en la colonia Santa María Huecatitla para ofrecer su ayuda en medio de enormes charcos de agua estancada.
Frente a los espejos de agua que cubren varios metros y que ocultan los peligros del pavimento, cientos de conductores han encontrado en Pedro y sus compañeros una opción para evitar daños en sus vehículos, ya que los baches, considerados por muchos como ignorados por las autoridades, representan una amenaza constante.
Con el agua hasta las pantorrillas, una gorra y mucha paciencia, Pedro guía a los automovilistas sobre por dónde manejar para evitar caer en los grandes baches invisibles. En algunos tramos, la profundidad del agua y la existencia de zanjas superan los 30 centímetros, poniendo en riesgo los sistemas y la estructura de los vehículos.
Pedro relata que la idea de su labor surgió tras presenciar cómo varios autos quedaban varados, perdían neumáticos o incluso la parte frontal de sus vehículos debido a la fuerza de los impactos en esas zonas abandonadas.
Por jornadas de más de 10 horas diarias, Pedro y sus colaboradores pueden ganar hasta 300 pesos, una ayuda extra en un contexto donde la falta de empleo formal es evidente. Sin embargo, consideran su trabajo como una respuesta necesaria a la casi total negligencia de las autoridades locales y estatales ante el grave problema del bacheo.
Los automovilistas ven en esta labor una alternativa para transitar por la zona sin poner en riesgo su patrimonio, en medio de una problemática que, desde su perspectiva, requiere atención urgente de las autoridades para evitar más accidentes y daños a los vehículos.