El rábano, una raíz muy utilizada en la gastronomía mexicana y mundial, es apreciada por su sabor fresco, textura crujiente y sus propiedades nutricionales, como su contenido en vitamina C, fibra y antioxidantes. Sin embargo, muchas personas evitan consumirlo debido a su sabor picante, que puede ser intenso en ciertos platos.
Este picante se debe a compuestos naturales llamados glucosinolatos, que además protegen a la planta y aportan beneficios para la salud. Para quienes quieren disfrutar de sus propiedades sin la pungencia, existen métodos sencillos para disminuir su sabor picante sin perder frescura ni nutrientes.
Una opción efectiva es remojar los rábanos en agua fría. Después de lavarlos y cortarlos, colócalos en un recipiente con agua fría y, si es posible, algunos cubos de hielo. Dejarlos en reposo durante 10 a 20 minutos ayuda a liberar parte de los compuestos responsables del picor, suavizando su sabor. Este proceso mantiene los rábanos crujientes y conserva la mayor parte de sus nutrientes.
Otra técnica consiste en agregar sal. Tras lavar y cortar, espolvorea los rábanos con sal de mesa y déjalos reposar alrededor de 10 minutos. La sal ayuda a extraer un poco del líquido y, con ello, parte de los compuestos picantes. Es importante enjuagarlos después para eliminar el exceso de sal y evitar que queden demasiado salados. Así, el sabor será más suave y la textura agradable.
El vinagre también resulta útil. Marinar los rábanos en una mezcla de agua y vinagre durante al menos 15 minutos ayuda a neutralizar parcialmente los glucosinolatos. Además, resalta su color y aporta un matiz diferente, sin enmascarar sus notas naturales.
Por último, pelar los rábanos reduce el sabor picante, ya que gran parte de los compuestos se concentran cerca de la piel. Aunque se pierde algo de fibra, se conservan la mayoría de los nutrientes principales.
Siguiendo estos métodos, es posible disfrutar de los rábanos de manera más agradable al paladar, sin sacrificar sus beneficios para la salud.