Las ofrendas para el Día de Muertos son una tradición fundamental en la cultura mexicana y mexiquense, pero también generan una gran cantidad de residuos. Por ello, la Secretaría del Medio Ambiente del Estado de México y ambientalistas llaman a las familias a reciclar y reutilizar estos elementos.
El biólogo Alexis Sánchez Lara, egresado de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), explicó que las ofrendas emplean flores, veladoras, papel picado, comida y frutas, las cuales suelen terminar en la basura. Sin embargo, al reutilizar estos materiales, las familias no solo honran a sus difuntos sino que también reducen el impacto ambiental.
Sánchez Lara indicó que el amor que se tiene por los seres queridos fallecidos puede reflejarse en acciones responsables con el entorno, fortaleciendo la conservación del medio ambiente.
Entre las recomendaciones, señaló que el cempasúchil, que es un elemento principal del altar, puede transformarse en tinta, aroma, composta, convertirse en planta polinizadora, o guardarse para que sus semillas retoñen el próximo año. Muchas personas creen que esta planta muere al terminar su temporada, pero en realidad puede persistir en un jardín si se trasplanta.
En cuanto a los alimentos, como frutas, dulces o guisados, estos también pueden incorporarse al abono natural, siempre y cuando no atraigan fauna no deseada. Para ello, existen recursos en internet y talleres —como los realizados en Toluca— que enseñan cómo producir compost y sus beneficios.
Respecto a las velas, muchas familias reutilizan los envases para convertirlos en macetas o porta papeles, siempre que se limpien adecuadamente. Sin embargo, con el papel picado, la mayoría lo desecha, aunque en buenas condiciones puede guardarse para futuras ocasiones.
El experto comentó que cada vez más personas tienen conciencia ambiental y buscan formas de contribuir, como separar basura, reutilizar envases y compartir información.
Finalmente, reiteró que no se trata de eliminar la tradición del altar, sino de hacerlo de manera responsable. La clave es pensar en el destino e impacto de los elementos una vez retirados, y en la medida de lo posible, transformarlos o aprovechar sus materiales.