Desde antes de llegar a la orilla de la laguna San Antonio, ubicada en La Isla, se percibe el olor a quemado, resultado de la acumulación de residuos sólidos que han transformado este ecosistema verde, hogar de aves y pinos. La zona, antes popular para senderismo y días de campo, ahora funciona como un tiradero clandestino. Un vecino de la zona expresó que el lugar se ve muy deteriorado, ya que la basura ha desplazado la belleza natural y la tranquilidad que antes ofrecía.
Durante un recorrido realizado por El Sol de Toluca, se constató que la basura se acumula en los límites del cuerpo de agua, principalmente escombros de construcción conocidos como 'cascajo', que sobresalen entre plástico y papel. Un residente comentó que suele haber tiraderos ilegales de piedra de construcción, ya que las autoridades rara vez llegan a supervisar.
Además, la práctica frecuente de quemar estos residuos en los pastizales cercanos agrava la situación. Testigos señalaron que personas vienen, dejan la basura y la queman en las orillas del lago. Pequeños montones de ceniza en la hierba evidencian que estas quemas ocurren de manera regular.
Estas quemas no autorizadas representan un grave riesgo ambiental, ya que el fuego puede propagarse y descontrolarse, dañando flora y fauna, e incluso provocando incendios forestales. Una mujer residente advirtió que el pasto, siendo fácilmente inflamable, puede prenderse rápidamente, complicando su control.
A pesar de los intentos de los vecinos por dialogar con quienes dejan basura y queman residuos, las respuestas han sido negativas, y las prácticas continúan. Expertos advierten que la quema de basura libera sustancias tóxicas que contaminan el suelo y el agua, poniendo en riesgo a animales, plantas y la salud humana. La inhalación de humos tóxicos puede causar problemas respiratorios, irritación ocular y enfermedades cardiovasculares en exposiciones prolongadas.