Daniel Plácido: una lucha de 8 años contra la injusticia y sus secuelas

Por: Equipo de Redacción | 11/07/2025 06:30

Daniel Plácido: una lucha de 8 años contra la injusticia y sus secuelas

Daniel Plácido lleva un año fuera de prisión, pero aún enfrenta las secuelas de los ocho años y medio que pasó encerrado por un delito que nunca cometió. Aunque el Poder Judicial del Estado de México reconoció su inocencia y ordenó la limpieza de su expediente, las heridas físicas y emocionales, así como la pérdida de su vida anterior, persisten.

Su caso, uno de los 23 que acompaña el colectivo Haz Valer Mi Libertad, fue uno de los pocos que logró revertir la condena mediante revisión judicial, no por una amnistía, sino por la evidencia de que nunca existieron pruebas en su contra.

Detenido el 5 de noviembre de 2015 en Toluca mientras atendía su negocio, recuerda cómo fue rodeado por hombres armados, vestidos de negro y encapuchados, quienes sin mostrarle una orden de aprehensión lo sometieron y lo subieron a una camioneta. Durante el traslado, sufrió golpes, amenazas y torturas físicas y psicológicas, incluyendo agresiones en una habitación cerrada donde intentaron forzarle una declaración confesional.

Tras su ingreso en el penal de Almoloya, fue desnudado, golpeado y sometido a torturas por custodios, sin que se abriera ninguna investigación por las lesiones. En Nayarit, la situación se repitió con violencia física y aislamiento, sumando el sufrimiento académico y emocional.

Su familia, encabezada por su madre y hermana, inició una lucha pública con protestas, huelgas de hambre y la pintura de consignas con su propia sangre, para exigir justicia y mantener viva su esperanza. Desde prisión, Daniel aprendió a adaptarse a las reglas no escritas entre internos y custodios, reafirmando su fe en Dios, que lo mantuvo con vida.

Su libertad llegó cuando una revisión judicial reconoció que la acusación se basaba únicamente en un señalamiento parcial sin pruebas concretas. Sin embargo, recuperar su vida ha sido difícil; perdió a su esposa, el tiempo con sus hijos y los años más productivos, y ahora trata de reconstruir su relación con la familia y trabajar en una herrería junto a su padre.

Desde su salida, repite la frase que leyó en prisión: 'La luz brilla en medio de la oscuridad', y aunque celebra su liberación, sabe que aún hay muchas personas injustamente encarceladas. Participa en causas sociales, busca que se limpie su nombre y que se detenga la práctica de fabricar culpables sin pruebas.

A pesar de los daños, intenta valorar cada momento de libertad, cada conversación con sus hijos y los pequeños avances en su recuperación emocional. Pero no olvida los años de tortura y la injusticia que sufrió, y se mantiene consciente de que el sistema debe rendir cuentas.

Para Daniel, volver a nacer fue dejar atrás el sufrimiento, pero la vida con cicatrices continúa, y aunque no se vea a sí mismo como víctima, reconoce que su historia refleja un sistema que juzga antes de investigar y que aún debe ser reformado para evitar que se repitan estos errores.