Ricky Stubberfield, propietario de un salón de blanqueamiento dental en Plymouth, Reino Unido, fue condenado a 26 años de prisión por 23 delitos sexuales, incluyendo violación, agresión sexual, penetración digital, exhibicionismo y producción de imágenes indecentes de menores. Los delitos ocurrieron entre diciembre de 2013 y junio de 2024, afectando a al menos siete mujeres, según informes de The Guardian.
La sentencia, dictada el 21 de octubre de 2025 por el Tribunal de la Corona de Plymouth, también contempla seis años adicionales en libertad vigilada y la inscripción de Stubberfield en el registro de delincuentes sexuales de por vida. La investigación reveló que los delitos se extendieron durante más de una década, afectando a mujeres de entre 16 y 27 años.
Stubberfield, quien coincidió con su posición como copropietario y gerente del salón Essex Smiles en Mutley Plain, utilizó las redes sociales, principalmente Instagram, para atraer a jóvenes ofreciendo tratamientos gratuitos de blanqueamiento a cambio de promoción. Muchas influencers aceptaron la oferta y acudieron al establecimiento, donde sucedían los abusos.
El modus operandi consistía en seducir a mujeres jóvenes, mayoritariamente con presencia en redes sociales y ofrecerles colaboraciones publicitarias. Una vez en el salón, las víctimas eran colocadas en la silla de tratamiento, lo que las dejaba vulnerables. En ese contexto, Stubberfield cometía tocamientos, solicitaba fotografías y realizaba avances sexuales forzados. Entre 2022 y 2024, al menos cinco mujeres sufrieron abusos en el local, y una de ellas fue exhibida públicamente cuando el agresor le mostró imágenes de sus genitales tras rechazarlo.
Los delitos no se limitaron al salón. Según informes, Stubberfield perpetró agresiones en otros lugares de Plymouth, incluyendo un concierto en Plymouth Pavilions y dentro de una furgoneta. En febrero de 2022, una joven de 16 años denunció que fue violada por el acusado en un baño para personas con discapacidad durante un concierto, y posteriormente en el vehículo del agresor. En otra ocasión, la misma víctima fue atacada en una vivienda, donde se cometieron múltiples violaciones y delitos sexuales. Parte de estos hechos quedaron grabados en una llamada de FaceTime, donde otra persona alertó a las autoridades.
La cronología de los delitos muestra que las primeras agresiones ocurrieron en 2013, cuando Stubberfield forzó sexualmente a una mujer conocida en un sitio de citas. En 2021, otra víctima fue violada en dos ocasiones antes de que el agresor la invitara a cenar, minimizando la gravedad de sus acciones.
La investigación se intensificó tras las denuncias de 2022 y nuevos testimonios en 2024, que llevaron a su detención y procesamiento. La difusión mediática motivó a otras víctimas a denunciar, creyendo ser las únicas afectadas.
El impacto emocional en las víctimas ha sido profundo. Una de ellas expresó: “Mi cuerpo nunca volverá a ser el mismo, siempre me sentiré sucia”. Otra víctima dijo que dejó de sentirse segura en su propio cuerpo, mientras que una tercera relató haber experimentado vergüenza, culpa y pensamientos suicidas. El juez Robert Linford calificó las acciones de Stubberfield como “depredación implacable” y advirtió que representa un riesgo muy alto para la sociedad.
El detective inspector Marcus Hodges resaltó la fortaleza de las víctimas y expresó su esperanza de que la sentencia permita su recuperación: “Espero que puedan encontrar cierre y comenzar a avanzar en sus vidas tras este desenlace”. Por su parte, Kezia Worden, detective, destacó la valentía de quienes denunciaron y la importancia de su testimonio para lograr justicia.