
Duncan, un conejo de pelaje chocolate y orejas caídas, no era considerado un animal amigable. Comprado en una tienda de mascotas, terminó en un refugio tras mostrar comportamientos agresivos, especialmente mordidas constantes a sus cuidadores. Según The Dodo For Animal People, arremetía contra cualquiera que se acercara demasiado, lo que llevó al refugio a enviarlo a Friends of Rabbits en Maryland, una organización que acoge conejos sin hogar.
Allí, Sarah Healy, miembro de la junta, recibió a Duncan. Aunque aparentaba ternura, pronto descubrieron que su conducta se debía a sus orejas. Describió que estas se sentían «como piedras duras… como huesos», en contraste con las orejas suaves y flexibles de un conejo sano. El examen veterinario reveló que ambas estaban infectadas y calcificadas por traumatismos repetidos, similar a la «oreja de coliflor» en boxeadores, producto de la falta de correcta circulación sanguínea y daño en los tejidos.
El dolor constante y la sordera parcial, causada por la destrucción de sus tímpanos, explicaban su comportamiento defensivo. Healy relata que Duncan estaba muy asustado y dolido, lo que motivaba sus mordidas. Para cuidarlo mejor, lo acogió en su hogar temporal, donde mostró una personalidad fuerte y juguetona, lanzando libros y subiéndose a las encimeras.
Mientras recibía tratamiento, sus infecciones de oído mejoraron con medicamentos, pero la solución definitiva fue la cirugía. En Stahl Exotics, tras una resección lateral del conducto auditivo en ambas orejas, los tejidos volvieron a crecer, obligando a amputar las orejas para aliviar el dolor y prevenir futuras infecciones.
La primera intervención fue en la oreja derecha, la más afectada, y fue todo un guerrero. Se recuperó sorprendentemente rápido, incluso corriendo y moviéndose con normalidad. Posteriormente, le extirparon la oreja izquierda, logrando una notable mejoría en su calidad de vida. Sin orejas y completamente sordo, Duncan ahora tiene una cabeza redonda, sin sensaciones de dolor o incomodidad.
Durante la cirugía, se confirmó que Duncan estaba completamente sordo, ya que la presión y el daño en sus oídos destruyeron sus tímpanos, una causa adicional de su comportamiento pasado.
Con su salud restaurada, Duncan mostró por primera vez un lado afectuoso. Según una publicación en Facebook de Friends of Rabbits, trató de demostrar cariño a sus cuidadores, incluso mordiendo un chupete por primera vez desde su adopción. Ahora, convivir con otros conejitos en la casa de Healy, Duncan ha demostrado interés en jugar y acurrucarse, quedándose tirado a su lado.
A quien ahora llaman «tío Duncan», Healy siente que merece un hogar definitivo donde pueda recibir atención constante y amor, asegurando que Duncan necesita un lugar donde sea el centro de atención, solo así podrá continuar su feliz vida.