
El 6 de abril de 2003, en medio de un partido decisivo entre Deportivo La Coruña y la Real Sociedad en Riazor, Zuhaitz Gurrutxaga, defensor del equipo vasco, sufrió un episodio que marcaría su vida. Durante un encuentro en el que su equipo enfrentaba una situación tensa, Gurrutxaga cayó en el área tras una jugada que el árbitro interpretó como penal, en un momento en que lidiaba con su Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). Sin comprender qué le afectaba, solo pudo pensar en sus obsesiones, como cruzar las líneas de la cancha con el pie derecho y evitar tocar superficies que consideraba contaminadas. La jugada fue uno de sus últimos partidos en Primera División, marcado por una grave crisis mental que desató una profunda depresión y problemas de ansiedad, además de obsesiones que afectaron su vida personal y profesional. Nacido en 1980 en Elgoibar, Gurrutxaga fue una promesa del fútbol vasco desde joven, debutando en Primera con la Real Sociedad en 2000. Sin embargo, la presión, la ansiedad y una sensibilidad extrema lo llevaron a desconfiar de sus propias capacidades. relató en entrevistas cómo, en su peor momento, evitaba el contacto físico por miedo a contaminarse, se lavaba las manos hasta 40 veces al día y permanecía horas verificando que había cerrado puertas o apagado luces. También sufrió problemas de salud mental, como ansiedad severa y depresión, que lo llevaron a sentirse incapaz de afrontar el deporte y la vida. Su declive fue agravado por un incidente en pretemporada, tras fumar marihuana en el monte, que inició un proceso de crisis profunda. Durante meses, caminó como un 'zombi', intentando dormir y evitar enfrentarse a sus obsesiones. En su mejor momento profesional, estuvo cerca de ganar la Liga con la Real Sociedad en la temporada 2002/03, pero una derrota en la antepenúltima fecha condenó sus ilusiones. En la última jornada del torneo, en medio de festejos por la clasificación para la Champions League, Gurrutxaga experimentó un episodio paranoico en el vestuario, creyendo que estaba siendo contaminado, lo que lo llevó a una crisis emocional y a llamar desesperadamente a su madre. La ayuda llegó cuando, tras su episodio en el vestuario, acudió a un psicólogo que le diagnosticó TOC y le indicó un tratamiento, aliviando en parte su sufrimiento. Con ayuda profesional, logró volver a jugar en equipos de menor nivel, como Lemona y Real Unión, donde empezó a recuperar su pasión por el fútbol y descubrió otras facetas de su talento: la música y el humor. Como monologuista, encontró en el humor una vía para sobrellevar sus heridas y muchas personas que atraviesan por experiencias similares se le acercaron para agradecerle. Hoy en día, Zuhaitz Gurrutxaga reside en San Sebastián y ha logrado controlar su TOC, aunque sigue trabajando en su bienestar. Además, escribió el libro 'Subcampeón', donde narra su historia y busca sensibilizar respecto a los trastornos mentales. Su camino, lleno de altibajos, le enseñó que la felicidad no está en los logros deportivos o el éxito público, sino en la aceptación y en reírse de uno mismo. En sus palabras, el objetivo ahora es dominar su condición y encontrar la verdadera paz.