Irán ha sido escenario de un incremento en las tensiones internacionales luego de un ataque atribuido a Israel, que reportó explosiones en Teherán. Estos sucesos ocurren en medio de los esfuerzos de Estados Unidos por negociar un acuerdo que detenga la producción de material nuclear en la república islámica.
El programa nuclear iraní está disperso en varias instalaciones, con algunas construidas en subterráneos bajo la amenaza constante de ataques aéreos israelíes. Estados Unidos y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) consideran que Irán tenía un programa secreto de armas nucleares que habría detenido en 2003, aunque la nación niega haber tenido o tener planes de desarrollar armas nucleares.
Desde el rompimiento del acuerdo de 2015, Irán ha ampliado su capacidad de enriquecimiento de uranio, reduciendo el tiempo necesario para producir material apto para armas nucleares a días o semanas. Actualmente, Irán enriquece uranio hasta el 60 por ciento en instalaciones como Natanz y Fordow, con suficiente material para cuatro a seis bombas, según el OIEA.
Natanz, ubicada cerca de Qom, es uno de los complejos nucleares más importantes. Alberga una planta de enriquecimiento subterránea con capacidad para 50 mil centrifugadoras, de las cuales 16 mil están instaladas, y actualmente funcionan unas 13 mil. Además, tiene una planta piloto y ha sido objeto de daños por explosiones y cortes de energía, algunas atribuidas a ataques de Israel.
Por otro lado, Fordow, construido en una montaña, ofrece mayor protección contra bombardeos y opera con cerca de dos mil centrifugadoras, muchas de ellas avanzadas IR-6, enriqueciendo uranio hasta el 60 por ciento.
Irán también posee un centro de tecnología nuclear en Isfahán que incluye la Planta de Fabricación de Placas de Combustible y la instalación de conversión de uranio. Ahí, además, se almacenan uranio enriquecido y equipos para producir uranio metálico, un material delicado que puede usarse en bombas nucleares.
Asimismo, Irán tiene un reactor de agua pesada en Khondab, cuyo desarrollo fue detenido por el acuerdo de 2015 pero que se planea reactivar en 2026. Este reactor presenta riesgos de proliferación por la posibilidad de producir plutonio, otro material potencialmente utilizado en armas nucleares.
Finalmente, Irán cuenta con una central nuclear en la costa del Golfo, que emplea combustible ruso y mantiene un bajo riesgo de proliferación gracias a los mecanismos de recuperación del combustible.
Estos emplazamientos clave reflejan la complejidad y la sensibilidad del programa nuclear iraní, cuyo desarrollo continúa siendo punto de tensión en la región y en las relaciones internacionales.