La depresión es un trastorno mental común que afecta a millones en todo el mundo, sumiendo a quienes la padecen en un estado de ánimo deprimido que puede llevar a la pérdida del interés por actividades que antes resultaban placenteras. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente el 5.7% de los adultos en el planeta la sufren, siendo más frecuente en mujeres que en hombres. Cualquier persona puede desarrollarla, pero quienes han sufrido abusos, pérdidas significativas o eventos estresantes tienen mayor riesgo.
Es importante distinguir entre cambios normales en el estado de ánimo y los signos de depresión clínica. La enfermedad puede impactar profundamente en la vida familiar, social y laboral, e incluso puede conducir a pensamientos suicidas. Sin embargo, existen tratamientos efectivos disponibles, siempre y cuando la detección se realice a tiempo.
Los síntomas principales, según la OMS, incluyen tristeza persistente, irritabilidad, sensación de vacío, y pérdida del interés en actividades antes disfrutadas. Estos síntomas deben mantenerse por al menos dos semanas, casi todos los días, para ser considerados episodio depresivo. Además, pueden presentarse problemas de concentración, sentimientos de culpa o baja autoestima, alteraciones en el sueño, cambios en el apetito o peso, fatiga, y pensamientos relacionados con la muerte o el suicidio.
La presencia de ideas suicidas debe ser considerada una alerta que requiere atención inmediata. Es fundamental buscar ayuda profesional, acudir a terapia o comunicarlo a personas de confianza. La gravedad de la depresión varía según la intensidad y el número de síntomas, clasificándose en leve, moderada o grave, y puede ser un episodio único, recurrente, o estar relacionada con trastorno bipolar, caracterizado por episodios depresivos y períodos de manía.
El tratamiento combina terapias psicológicas, como la terapia cognitivo-conductual, la activación conductual y la psicoterapia interpersonal, con medicación en casos moderados o severos. Los antidepresivos, especialmente los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), como la fluoxetina, son comúnmente usados, aunque siempre bajo supervisión médica, considerando posibles efectos secundarios.
El autocuidado es clave en la gestión de la depresión: mantener actividades placenteras, fortalecer relaciones sociales, realizar ejercicio regularmente, llevar una alimentación equilibrada, dormir bien, y evitar alcohol y drogas ilícitas son estrategias que ayudan a mejorar el estado anímico. También es importante compartir sentimientos con personas de confianza y acudir a profesionales de la salud ante los primeros signos de la enfermedad.