
Durante el segundo día del Congreso Internacional de Educación Tendencias para la Excelencia Educativa, el especialista argentino Lucas J.J. Malaisi destacó la importancia de la educación emocional como clave para mejorar la calidad en las aulas. Malaisi explicó que esta disciplina consiste en desarrollar habilidades en niños y adolescentes para que puedan afrontar desafíos con recursos internos que les permitan tomar decisiones saludables.
El experto, licenciado en psicología con posgrado en psicoterapia gestáltica, educación y bioneuroemoción, subrayó que uno de los primeros pasos es que los propios docentes trabajen en su educación emocional, fortaleciendo aspectos como la resolución de conflictos, el liderazgo y la comunicación asertiva.
‘Lo fundamental es que el educador primero desarrolle sus habilidades emocionales y luego las comparta con sus alumnos’, afirmó.
Asimismo, Malaisi resaltó que investigaciones han demostrado que, más allá de los recursos tecnológicos, el tamaño de las aulas o las estrategias pedagógicas, el factor que más impacta en la calidad educativa es el estado emocional del maestro.
‘Nadie puede dar lo que no tiene. Un docente que disfruta de su labor, que gestiona sus emociones, que se conmueve con una lágrima, que brinda apoyo con palabras de aliento y reconoce el esfuerzo de sus estudiantes, sin duda, marca la diferencia’, afirmó.
El especialista indicó que las emociones son determinantes en los resultados del proceso de aprendizaje y explicó dos modos emocionales que afectan a los docentes y alumnos.
‘Para que los educadores puedan transmitir bienestar, primero deben estar emocionalmente bien’, sostuvo.
Malaisi advirtió que los profesores enfrentan dificultades como la sobreexigencia, la pérdida de prestigio social, la falta de apoyo institucional y la judicialización de conflictos.
En Argentina, informó, un 30% del magisterio tiene licencia médica, en su mayoría por motivos psiquiátricos, lo cual refleja el descuido de la salud emocional del sector.
‘Antes, la palabra del maestro tenía un peso incuestionable; hoy, se le cuestiona por todo. Si los padres hablan mal del docente frente a los hijos, difícilmente estos puedan aprender de él’, lamentó.
A pesar de estos retos, Malaisi recordó que la mayoría de los maestros elige la profesión por vocación, como un llamado del alma.
‘La docencia puede ser ingrata, porque el maestro siembra una semilla que a veces no ve crecer. La gratitud queda en la memoria del estudiante, pero no siempre puede expresarla’, concluyó.