El régimen de Kim Jong-un en Corea del Norte considera el consumo de K-dramas y otros productos culturales surcoreanos como una amenaza para su control ideológico. En respuesta, ejecuta públicamente a quienes violan las estrictas normativas, pero no logra detener el creciente influjo de la cultura del vecino país entre los jóvenes norcoreanos, según testimonios de desertores presentados este miércoles en Seúl.
Este miércoles, la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OHCHR) en Seúl inició un foro público, de dos días, con testimonios de desertores norcoreanos que han sido víctimas y testigos de violaciones a los derechos humanos durante la última década. El evento, en preparación para un informe que será presentado en septiembre ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, reveló cómo el consumo de cultura surcoreana ha sido duramente reprimido, especialmente tras la pandemia de COVID-19.
Las leyes recientes —la Ley de Rechazo a la Ideología y Cultura Reaccionarias (2020), la Ley de Garantía de Educación Juvenil (2021) y la Ley de Protección del Lenguaje Cultural de Pionyang (2023)— han fortalecido la censura, penalizado el acceso a contenidos extranjeros y reprimido cualquier expresión cultural que se considere desviada, especialmente entre los jóvenes.
Los desertores coincidieron en que la pandemia representó un punto de inflexión en la represión interna, agravando las dificultades en las condiciones de vida y justificando medidas legales drásticas para reforzar el control ideológico del régimen.
Kim Il-hyuk, un desertor que huyó en 2023 en mar, narró que conoció a un joven de 22 años ejecutado a tiros por compartir telenovelas y música pop de los años 70. Kim afirmó que las ejecuciones públicas por fusilamiento ocurren aproximadamente cada tres meses, con casos en los que hasta una docena de personas son castigadas al mismo tiempo por violar las leyes contra la ideología y la cultura consideradas reaccionarias.
Una joven desertora, que solicitó mantener su anonimato, relató haber presenciado que arrestaron a una mujer embarazada y a su pareja por ver contenido surcoreano. "Sentía que preferiría suicidarme antes que ser ejecutada. Por eso decidí escapar", confesó. Ella y otros jóvenes recurren a la cultura surcoreana, incluida la música, como modo de escape psicológico ante la dureza de la realidad norcoreana.
Este impacto cultural se refleja también en la industria del entretenimiento surcorena, con el debut reciente de grupos de K-pop formados por desertores del Norte, como 1Verse y Be Boys.
Las denuncias de los desertores coinciden con un informe del Ministerio de Unificación de Corea del Sur, publicado en junio de 2024, que documenta ejecuciones públicas por consumo o distribución de productos culturales del Sur, además de registros domiciliarios y controles en móviles para detectar modismos surcoreanos como 'oppa'.
Durante la última sesión del foro, tres jóvenes que ya trabajan en profesiones compartieron su percepción sobre lo que sucede actualmente en Corea del Norte. Oh Kwang-myong, un joven emprendedor, advirtió que la represión se ha intensificado, pero expresó esperanza en que la generación 'jangmadang', formada en la economía informal tras la hambruna de los años 90, sea menos obediente al régimen.
Kim Eun-ju, activista y directora del Instituto de Investigación EUM, criticó la decisión del gobierno surcoreano de apagar los altavoces de propaganda en la frontera, promovida por el presidente Lee Jae-myung, y afirmó que "la información exterior debe seguir ingresando de cualquier forma".
Aunque la situación actual — marcada por la ruptura del diálogo intercoreano, el acercamiento de Pionyang a Moscú y la parálisis diplomática con Estados Unidos— resulta pesimista, los panelistas destacaron que el conocimiento sobre derechos humanos en el Norte ha crecido gracias a fuentes externas, y señalaron que ese avance vino 'de abajo', no del régimen.
Por último, Park Dae-hyun, director de la organización Woorion, afirmó que "el túnel en el que vive Corea del Norte tendrá un final" y expresó confianza en que un cambio es posible.