Al cierre de 2024, el 72% de la población ocupada en el Estado de México trabaja en el sector servicios y comercio, según el estudio ‘La estructura productiva mexiquense, 2019–2024’, elaborado por Brenda Murillo Villanueva y Diego Muciño Flores del Centro de Investigación en Ciencias Económicas de la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex). Este aumento en el sector terciario se atribuye a los impactos de la pandemia de Covid-19, que aceleraron la reconfiguración del mercado laboral estatal. En comparación con 2020, los servicios incrementaron su participación en el empleo en cuatro puntos porcentuales, mientras que el sector primario cayó en un punto y el secundario en tres. Los autores destacan que, aunque el crecimiento del sector servicios genera oportunidades, también trae consigo empleos de bajos salarios, alta informalidad y mayor feminización. Por otro lado, el sector primario, que concentra solo el 4% de los trabajadores, enfrenta una disminución en su atractivo para los jóvenes, debido a su carácter estacional y a la inseguridad laboral. La tendencia también se refleja en la estructura del Producto Interno Bruto (PIB), donde el sector primario representa apenas el 1% y el secundario cayó de 30% en 2019 a 28% en 2024, principalmente por la disminución en construcción y minería. La inversión extranjera directa tampoco ha recuperado niveles previos a la pandemia, limitando la reactivación industrial. De 2021 a 2023, el sector terciario creció casi dos puntos porcentuales, mientras que la industria registró tasas negativas, afectada por el desplome en construcción, la guerra en Ucrania y la escasez de insumos. Entre los cinco subsectores con mayor peso en la economía estatal en 2024 se encuentran comercio, transporte, servicios inmobiliarios, y sectores logísticos, reflejando una economía orientada al mercado interno y los servicios urbanos. Los expertos concluyen que, para 2024, la economía mexiquense presenta un rezago productivo, con una concentración en empleos de baja calidad y alta informalidad en comercio y servicios, mientras el sector industrial continúa en declive. Recomiendan que el Estado de México impulse un plan de acción para que la industria recupere su papel como motor estratégico del desarrollo regional, diversificando su matriz productiva y reduciendo vulnerabilidades externas.