La inteligencia artificial (IA) dejó de ser un lujo para convertirse en un requisito fundamental en los teléfonos móviles. Una encuesta de OPPO revela que las funciones inteligentes ahora son el centro de la experiencia tecnológica, especialmente en modelos de gama media y alta. Los consumidores valoran cada vez más la capacidad de los dispositivos para entender, mejorar y simplificar tareas diarias.
El estudio muestra que las preferencias se orientan hacia herramientas que optimizan la fotografía y el contenido visual, evidenciando que los usuarios ya no solo buscan capturar momentos, sino perfeccionarlos con ayuda de la IA. En este contexto, los teléfonos inteligentes se consideran aliados creativos más que simples aparatos de comunicación.
Entre las funciones más destacadas, el 56,3% de los usuarios eligió la opción “BorradorIA”, que permite editar automáticamente imágenes, indicando su fuerte impacto en la decisión de compra. Le sigue en importancia las cámaras potenciadas por IA (39,6%), “Toma Perfecta IA” (31,3%) y el “Potenciador de Nitidez IA” (29,2%). La mayoría de estas funciones están vinculadas a la generación y mejora de contenido visual, reafirmando que la fotografía continúa siendo un motor clave de innovación en los teléfonos inteligentes.
El 41,7% de los entrevistados calificó con 10 puntos la relevancia de la IA en su decisión de adquirir un nuevo dispositivo, y si sumamos quienes dieron calificaciones de 8, 9 y 10, el porcentaje total alcanza el 81%. Esto evidencia que los consumidores priorizan las funciones inteligentes, buscando en sus teléfonos maximizar productividad y creatividad.
La incorporación de tecnologías impulsadas por IA se ha convertido en un factor diferencial que distingue marcas y modelos. La IA dejó de ser una función adicional para convertirse en el criterio principal en la elección de compra, ya que un teléfono moderno debe ser capaz de anticiparse, optimizar tareas y enriquecer la experiencia del usuario.
No obstante, este avance ha despertado preocupaciones relacionadas con la privacidad. La recolección masiva de datos—como imágenes, voces y metadatos—para procesarlos en la nube, incrementa los riesgos de filtraciones y usos no autorizados. Además, la capacidad de generar deepfakes y replicar datos biométricos ha crecido considerablemente, generando un incremento en incidentes relacionados.
Estos temores llevan a que una parte importante de la población desconfíe de las funciones impulsadas por IA, temiendo la exposición de su información personal o su uso sin consentimiento. En respuesta, empresas y reguladores han implementado medidas parciales como normas técnicas, campañas de transparencia y leyes como el AI Act europeo, vigente desde agosto de 2024, que establece obligaciones sobre sistemas de IA en productos. Sin embargo, la normativa aún está en fase de transición, dejando interrogantes acerca de la responsabilidad y el control de datos.
Mientras tanto, la confianza en estas tecnologías influye directamente en el comportamiento de compra. Los usuarios que confían en los proveedores tienden a invertir más en dispositivos conectados, por lo que los fabricantes enfrentan el reto de equilibrar innovación y protección, proponiendo soluciones como el procesamiento de datos en local, explicar claramente el uso de modelos de IA y ofrecer opciones transparentes de consentimiento para recuperar la confianza de los consumidores.