El auge del micoturismo en el Estado de México: la cosecha de hongos en temporada de hongosto

Por: Equipo de Redacción | 20/07/2025 21:00

El auge del micoturismo en el Estado de México: la cosecha de hongos en temporada de hongosto

Durante los meses de julio a septiembre, los bosques del Estado de México se transforman en un escenario ideal para una de las experiencias más enriquecedoras del turismo rural: el micoturismo. Esta práctica invita a explorar senderos húmedos y aromáticos, donde surgen hongos silvestres entre pinos y hojas caídas.

Municipios como Amanalco, Amecameca, Jiquipilco y Ocoyoacac abren sus áreas forestales para que los visitantes se adentren en el ecosistema, guiados por habitantes locales que crecieron en el bosque y conocen a profundidad su entorno.

De acuerdo con los guías comunitarios, en esta región se han identificado más de 140 especies de hongos, de las cuales al menos 40 son comestibles. Durante las recorridas, se enseña a distinguirlas y recolectarlas sin dañar el ecosistema, promoviendo un turismo respetuoso con la naturaleza.

El mes de agosto, conocido localmente como hongosto, marca el punto máximo de la temporada, ya que es cuando los hongos proliferan con mayor abundancia, haciendo cada excursión una emocionante búsqueda.

Caminar por estos senderos no es solo una actividad recreativa, sino un ritual que implica atención, respeto y conexión con la naturaleza. La recolección de hongos se realiza con navajas pequeñas, canastas o cubetas, mientras que los guías transmiten conocimientos ancestrales en cada paso.

Al concluir la caminata, muchas comunidades ofrecen cocinas comunitarias donde los hongos son preparados en guisos con epazote, salsas verdes, tamales o tortillas recién hechas. La experiencia termina en un festín que honra la biodiversidad y las tradiciones locales.

Esta actividad no solo impulsa la economía regional, sino que también dignifica el trabajo de las comunidades forestales y fomenta una mirada más profunda hacia el bosque, no solo como paisaje, sino como historia viva.

Durante hongosto, cada hongo recolectado y cada historia compartida junto al fogón nos recuerdan que la naturaleza no solo se visita, sino que se debe honrar y preservar.