El impacto persistente del bullying escolar: una realidad invisible que causa heridas profundas

Por: Equipo de Redacción | 18/10/2025 08:00

El impacto persistente del bullying escolar: una realidad invisible que causa heridas profundas

Sandra Peña estudiaba en el colegio Las Irlandesas de Loreto, Sevilla, y desde hace un año era víctima de acoso escolar. A pesar de múltiples denuncias formales y la presentación de informes psicológicos, la institución no activó los protocolos requeridos para protegerla, denunciaron sus familiares. Isaac Villar, tío de Sandra y portavoz familiar, afirmó a Diario de Sevilla que el único medida tomada por el colegio fue cambiarla de aula para alejarla de los presuntos agresores, sin lograr detener el acoso, que continuó de manera constante.

La desesperación de Sandra fue tal que comenzó a hacerse heridas, relató Villar. La familia tiene la percepción de que hubo fallas en la aplicación del protocolo y anunció que iniciará acciones legales contra el centro. La indignación social se reflejó en las inmediaciones del colegio, con graffitis que decían 'Culpables', 'Asesinos' y 'Justicia'. Además, durante un acto en la escuela, familiares y alumnos denunciaron otros casos similares y aclararon que las acusaciones anteriores de problemas en casa no eran ciertas, y que las autoridades no tomaron las medidas necesarias.

El caso de Sandra generó también solidaridad en la comunidad futbolística: en el partido Sevilla-Mallorca, la afición sevillista desplegó una pancarta que decía: 'Tolerancia cero con el bullying. DEP Sandra'. Tanto el Sevilla Fútbol Club como el Real Betis expresaron públicamente su apoyo a la familia y rechazaron el violencia escolar.

El fenómeno del acoso en España muestra una tendencia preocupante al alza. Según un informe reciente de ANAR y Mutua Madrileña, el 12,3% de los alumnos de primaria y secundaria reconoce haber sufrido acoso, ya sea presencial o digital, un incremento de tres puntos respecto al año anterior. Además, la utilización de inteligencia artificial en casos de ciberacoso alcanza un 14,2%, facilitando la manipulación de imágenes, creación de vídeos falsos y grabaciones de audio falsificadas. Las plataformas más utilizadas para estas prácticas incluyen WhatsApp, Instagram y TikTok, afectando principalmente a estudiantes de sexto de primaria y primero de secundaria.

La violencia física también ha aumentado, con golpes y patadas representando casi el 31% de los casos, según Lorenzo Cooklin, director general de la Fundación Mutua Madrileña. La educadora social Marroquí advierte que el acoso ahora también ha incorporado una dimensión de violencia sexual, donde se manipulan fotos con inteligencia artificial y se engaña a las víctimas para difundir contenido humillante.

El perfil de los acosadores suele ser mayormente chicos que actúan en grupo, motivados por aspectos como su apariencia física, conducta o problemas personales de la víctima. Sin embargo, casi la mitad de los estudiantes no interviene, a pesar de conocer las consecuencias del bullying.

El acoso prolongado genera daños profundos no solo en las víctimas, quienes enfrentan estrés, ansiedad, depresión, aislamiento, baja autoestima y, en casos extremos, ideas suicidas. Los agresores pueden sufrir dificultades sociales y enfrentar sanciones legales, mientras que los testigos experimentan miedo y pérdida de empatía, lo que contribuye a un ciclo que perpetúa la violencia escolar y su impacto a largo plazo.