El océano Antártico, reconocido por su capacidad para absorber dióxido de carbono (CO₂), desempeña un papel vital en la regulación del clima global. Sin embargo, recientes investigaciones alertan sobre posibles cambios en su eficiencia como sumidero de carbono, lo que podría afectar el equilibrio climático mundial.
Un estudio publicado en la revista Nature Climate Change presenta hallazgos que desafían las predicciones tradicionales de los modelos climáticos. Los investigadores Léa Olivier y F. Alexander Haumann del Instituto Alfred Wegener (AWI) encontraron que un proceso conocido como “freshening” o disminución de salinidad en la superficie del océano Antártico forma una barrera que impide la liberación de grandes cantidades de CO₂ desde las profundidades hacia la atmósfera.
Datos hidrográficos obtenidos desde los años noventa en siete regiones del cinturón polar sur revelan que, en promedio, el 40% de las emisiones humanas de CO₂ son absorbidas por este océano. La disminución en la salinidad superficial ha fortalecido la estratificación de las capas acuáticas, haciendo que las aguas profundas—ricas en carbono—no puedan ascender fácilmente a la superficie.
El proceso de afloramiento, en el cual aguas frías y ricas en nutrientes y CO₂ emergen hacia la superficie, ya no sucede con la misma intensidad. Esto limita la capacidad del océano de liberar dióxido de carbono y, en consecuencia, de actuar como un sumidero efectivo.
El análisis de las variaciones en salinidad y temperatura desde 1972 hasta después de 2013 muestra que la estratificación oceánica ha aumentado, con cambios significativos en las propiedades físicas y químicas del agua. A partir de la década de 1990, el nivel de CO₂ en las aguas entre 100 y 200 metros de profundidad creció aproximadamente 10 microatmósferas, indicativo de un proceso llamado “shoaling”, en el cual las aguas profundas se acercan más a la superficie.
Este ascenso ha provocado que las concentraciones de CO₂ en estas profundidades superen a las de la atmósfera, una situación que podría revertirse si las condiciones de la capa superficial se modificaran. La presencia de una capa de agua fría y menos salina continúa actuando como una barrera, evitando la liberación de carbono.
La oceanógrafa Léa Olivier explicó que, mediante el análisis de expediciones realizadas desde 1972, se evidencian cambios en la circulación y en las propiedades de las masas de agua del océano Antártico, que ahora muestran una mayor diferencia entre las capas superficiales y profundas. La intensificación de la estratificación, causada por un aumento en el aporte de agua dulce y precipitaciones, ha contribuido a estos cambios.
Aunque actualmente esta capa superficial más dulce ayuda a compensar el debilitamiento del sumidero de carbono, los expertos advierten que estas condiciones podrían revertirse si la estratificación se debilitara por efectos del aumento en la fuerza de los vientos del oeste. Esto podría promover mayor mezcla oceánica y facilitar la liberación de CO₂ hacia la atmósfera.
Los investigadores llaman a fortalecer las observaciones regulares, especialmente durante los meses invernales, para detectar si la ventilación de CO₂ desde las profundidades ya está en marcha. F. Alexander Haumann subrayó la necesidad de más datos, en particular durante el invierno, para entender mejor estos procesos.
El futuro del papel del Océano Antártico como sumidero de carbono dependerá de cómo evolucionen la estratificación inducida por el agua dulce, la intensidad de los vientos y las dinámicas oceánicas regionales. Continuar monitoreando esta región será fundamental para prever posibles cambios en su función climática y su impacto en la estabilidad atmosférica global.