Estados Unidos y el Organismo Internacional de Energía Atómica consideran que Irán mantiene un programa de armas nucleares coordinado y secreto, que habría sido detenido en 2003. Sin embargo, Teherán niega haber tenido o tener intenciones armamentistas.
Según el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), los antecedentes del programa nuclear de Irán se remontan a la época del régimen del rey Pahlavi, cuando el país se comprometió con Estados Unidos y Francia a producir 20 mil megavatios de electricidad y a construir una central nuclear, incluyendo el enriquecimiento de uranio. Tras la revolución islámica de 1979, estos compromisos se cancelaron.
En 2002, imágenes satelitales revelaron instalaciones nucleares en Arak y Natanz, lo que llevó a Irán a aceptar inspecciones de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA). Aunque la agencia no encontró pruebas de un programa de armas, criticó a Irán por su falta de colaboración.
Irán suspendió el enriquecimiento de uranio en 2004, en el marco del Acuerdo de París, pero lo reanudó en 2005 tras salir del acuerdo por no aceptar las propuestas de Alemania, Reino Unido y Francia. Hasta ahora, sus plantas nucleares no han sido completamente inspeccionadas.
El mismo Instituto señala que el programa de Irán tiene una naturaleza civil, enfocado en generación de electricidad y finanzas de investigación, amparado en el Tratado de No Proliferación de 1970, que garantiza el derecho de los estados a desarrollar energía nuclear para usos pacíficos. Teherán también afirma que su programa es una política de Estado heredada del Sha Muhammad Reza Pahlavi, y por ello, considera que es irreversible.
Por otra parte, Irán busca evitar ataques externos, en medio de la percepción de Estados Unidos que lo tilda como parte del “eje del mal” —concepto acuñado en 2002 por el entonces presidente George Bush—, y que lo señala de promover terrorismo y representar una amenaza para la seguridad internacional. Estados Unidos ha condicionado soluciones diplomáticas a una suspensión del enriquecimiento de uranio por parte de Irán.
El término “eje del mal” surgió como parte de la denuncia internacional tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, motivando campañas militares en Afganistán e Irak. La invasión de Irak en 2003 se enmarcó en estas acciones preventivas, buscando destruir supuestos programas de armas químicas y nucleares.
Ante esas invasiones y la percepción de amenazas, Irán desarrolla su programa nuclear como una estrategia para protegerse de eventuales intervenciones extranjeras, según el análisis del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Con información de Reuters.