Sergio Moctezuma Pérez, profesor e investigador del Instituto de Ciencias Agropecuarias y Rurales (ICAR) de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex), lidera el proyecto La vida social de la chatarra, que explora las dinámicas de quienes recolectan, desmantelan y comercializan materiales de desecho en el Valle de Toluca.
Financiado por la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (Secihti) del Gobierno de México, este estudio forma parte de su convocatoria en investigación humanística, con el propósito de analizar el entramado social, económico, cultural, organizativo y político que rodea a la comunidad chatarrera.
El investigador explica que el proyecto sigue el trayecto de la chatarra desde que es desechada hasta su destino final, poniendo especial énfasis en las personas detrás de esa cadena. 'Queremos conocer quiénes son, cómo viven y cómo se relacionan quienes recolectan, desmantelan y venden estos materiales', señaló.
De acuerdo con Moctezuma Pérez, muchas familias dedicadas a la chatarrería realizan todo el proceso en sus propios hogares, desde la recolección y clasificación hasta el desmantelamiento y la venta en centros de acopio. Para algunos, esta actividad representa su principal fuente de ingresos, mientras que para otros es una actividad complementaria a la agricultura, la crianza de animales o un trabajo asalariado.
Desde una perspectiva de ciencias sociales y humanísticas, el estudio busca responder a preguntas clave: ¿Cómo se organiza esta población? ¿Qué vínculos mantienen con sus comunidades y autoridades? ¿Qué tensiones enfrentan con actores externos? Todo esto en un contexto donde las políticas públicas dirigidas a este sector son escasas o inexistentes.
Moctezuma Pérez subraya que 'existen muy pocos programas o apoyos institucionales para el trabajo de los chatarreros, a pesar de su importancia para el medio ambiente y la economía informal. Con esta investigación, buscamos humanizar su trabajo y comprender mejor su mundo'.
El proyecto, que se extenderá durante tres años, contempla trabajo de campo, participación de estudiantes de nivel medio superior y superior, así como actividades de divulgación en escuelas y comunidades del Valle de Toluca. Los hallazgos podrían servir como base para diseñar propuestas de políticas públicas que mejoren las condiciones laborales y sociales de esta población, frecuentemente invisible ante las instituciones.
