Europa y América Latina fortalecen su vínculo estratégico en medio de guerras comerciales globales

Por: Equipo de Redacción | 17/10/2025 01:30

Europa y América Latina fortalecen su vínculo estratégico en medio de guerras comerciales globales

Con el regreso del verano, la Unión Europea (UE) ha retomado su agenda internacional con fuerza. El primer anuncio relevante tras el parón de agosto fue el avance en la negociación del acuerdo con el bloque del Mercado Común del Sur (Mercosur). Más allá de su impacto económico, esta decisión destaca el interés de la UE por reforzar sus relaciones con América Latina en un momento en el que el futuro del multilateralismo mundial está en debate.

Líderes como Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, destacaron en Nueva York la importancia de fortalecer el acuerdo UE-Mercosur, así como el comercio transatlántico y la próxima cumbre entre la UE y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en Colombia. Estos movimientos se inscriben en un contexto global donde la política arancelaria de Estados Unidos ha impulsado a otros gobiernos y bloques a acelerar sus pactos comerciales alternativos.

Pero, ¿qué implica realmente este impulso y qué repercusiones puede tener para Europa y América Latina?

La Unión Europea fue creada como un proyecto de paz y prosperidad, sustentado en valores universales como la dignidad humana, la libertad, la democracia, la igualdad, el Estado de derecho y los derechos humanos, incluyendo a las minorías. Sin embargo, en muchas ocasiones, frente a desafíos externos, su reacción no ha estado a la altura de estos principios. En un escenario donde la retórica global tiende a alejarse de estos valores, Europa corre el riesgo de quedar a la deriva, subordinada a la agenda de otros actores internacionales y con poca iniciativa propia.

Frente a esa percepción de lentitud en responder a crisis globales, el acuerdo con el Mercosur emerge como una muestra de que la UE empieza a actuar con visión estratégica y anticipación en escenarios internacionales fundamentales. Este pacto no solo busca fortalecer los lazos comerciales con un mercado de más de 700 millones de consumidores, sino que también representa una alianza para diversificar dependencias y fortalecer relaciones en un contexto de creciente inestabilidad global.

Se estima que las exportaciones europeas al Mercosur podrían aumentar hasta un 39%, equivalentes a unos €49,000 millones anuales, además de un ahorro de €4,000 millones en aranceles anuales. Para Europa, significa acceso a materias primas críticas y nuevos mercados en sectores clave, así como la posibilidad de reforzar cadenas de suministro en medio de tensiones comerciales. Para el bloque sudamericano, el acuerdo supone preferencialmente ingresar al mayor mercado común del mundo, con oportunidades de inversión y cooperación en transición ecológica y digital.

Más allá de las cifras, la clave del acuerdo radica en el mensaje: Europa no puede limitarse a reaccionar ante los movimientos de otras grandes potencias, sino que debe marcar su propio rumbo. Sin embargo, su proceso de ratificación enfrenta obstáculos, especialmente preocupaciones de agricultores en países como Francia, Polonia e Italia. Para atender estas inquietudes, se han establecido cuotas estrictas (1.5% para carne de vacuno, 1.3% para aves), un mecanismo bilateral de emergencia, y un sistema de vigilancia vinculante, protegiendo también 344 Indicaciones Geográficas europeas y manteniendo los altos estándares sanitarios de la UE.

Paralelamente, la UE despliega una estrategia global, con acuerdos cerrados con México e Indonesia, y negociaciones avanzadas con India, Filipinas, Tailandia y Emiratos Árabes. En Latinoamérica, Mercosur ha consolidado un acuerdo con la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA) y reactivó conversaciones con Canadá. Desde la reelección de Donald Trump y la reintroducción de aranceles, el sistema comercial internacional se reconfigura, y estos pactos, aunque no eliminan el impacto de los aranceles estadounidenses, ofrecen vías para diversificar.

La Comisión Europea ha diseñado un proceso en dos fases para la aprobación de estos pactos: primero, un Acuerdo Comercial Interino (iTA) que permita activar rápidamente ventajas arancelarias, y después, un Acuerdo Global (EMPA) que requerirá ratificación a nivel nacional. Este enfoque busca equilibrar beneficios inmediatos con un proceso democrático completo.

En su discurso del Estado de la Unión, Ursula von der Leyen afirmó que “Europa está en una lucha por su independencia, su libertad y su destino”. Ganar esa batalla no solo depende de inversión en defensa, sino también de construir alianzas sólidas que refuercen la autonomía y valores europeos. En ese marco, el acuerdo con el Mercosur representa una oportunidad para que Europa recupere credibilidad, proyecte estabilidad y centre su política internacional en la creación de alianzas que protejan la estabilidad en distintas regiones, en un mundo cada vez más fragmentado.