La avenida La Marina y la cercana Pershing, principales ejes de transporte y comercio en la ciudad, enfrentan una escalada de violencia y extorsión que altera la rutina diaria de usuarios y conductores. Durante el día, el movimiento es constante con pasajeros, servicios y actividades comerciales. Sin embargo, al oscurecer, la situación se torna peligrosa: testigos relatan temor y amenazas que perturban la convivencia.
El cobro de cuotas o ‘cuotas’ se ha expandido desde zonas populares hacia vías principales y de alto flujo. Un pasajero contó haber vivido un atentado, expresando su temor y nerviosismo. Otros relatan intentos de extorsión en los que los agresores amenazan con la muerte de sus familias si no pagan.
En unidades del transporte informal, muchos vehículos llevan un sello visual: la leyenda en inglés 'Rápidos y furiosos' seguida de un número. Este distintivo identifican a las rutas pertenecientes a redes de extorsión, principalmente vinculadas a grupos del Callao. Conductores aseguran que esas rutas están marcadas como propiedad o bajo protección de estas organizaciones.
La violencia no se limita a amenazas verbales. En el Óvalo La Perla, se registró un caso de disparos que resultaron en la muerte de un trabajador de colectivos, en un acto que envió un mensaje contundente a quienes se resisten a pagar. Testimonios detallan asaltos en los que las víctimas temen por su vida y expresan que, en momentos, pensaron no volver a ver a sus seres queridos.
Fuentes oficiales indican que las bandas operan con división territorial, controlando tramos específicos en La Marina y Pershing. Los cobros se realizan en paraderos estratégicos y cruces con avenidas como Faucett, Universitaria, Salaverry y Javier Prado. El dinero recurrente proviene del efectivo que circula en el transporte informal, facilitando la expansión de estas redes hacia rutas antes consideradas seguras.
Expertos en seguridad advierten la necesidad de cambiar las estrategias operativas. Rogelio Rivas, exministro de Seguridad de El Salvador, subraya que sin inteligencia efectiva, cualquier operación contra estas bandas es inviable. La experiencia salvadoreña demuestra que la inteligencia es clave para revertir tasas de violencia.
El temor a represalias mantiene a conductores y pasajeros en silencio. Muchos prefieren no declarar por miedo, lo que dificulta las investigaciones y perpetúa la impunidad. Recientemente, la policía detuvo a un conductor con una placa adulterada y el marca ‘Rápidos y Furies’, considerado vinculado a una banda dedicada al cobro ilegal.
En conjunto, la convivencia cotidiana en estas avenidas revela un escenario donde el tránsito se mezcla con amenazas y control del crimen organizado, afectando a toda la comunidad y dejando en evidencia la urgente necesidad de una estrategia integral y efectiva para garantizar la seguridad y el orden.