El pasado 2 de junio, en Toluca, los familiares en espera de sus seres queridos en hospitales soportaron lluvias intensas que superaron sus protecciones, como plásticos y sombrillas, que no fueron suficientes. Mariela, que lleva cuatro días esperando en el hospital Nicolás San Juan, relató que la lluvia los mojó y solo pudieron cubrirse con plásticos. Con la llegada de la temporada de lluvias, algunos han improvisado refugios con casas de campaña, llantas o cartones, pero siguen empapados o expuestos al sol y el clima. Otros buscan protección bajo edificios o en sus autos. La fila de paraguas en la entrada del hospital refleja su lucha contra el clima; muchos permanecen afuera sin poder ingresar por la tensión de mantenerse cerca en espera de noticias. Personas de otros municipios y estados, sin recursos para pagar un hotel, pasan días en condiciones precarias. Ramiro, que llega del sur, explica que no pueden pagar habitaciones y solo usan los alojamientos para bañarse. La espera se vuelve eterna, y la incertidumbre sobre el estado de salud de sus seres queridos los mantiene en una constante desesperación. Algunos confían en la intervención divina, otros solo desean paz, y algunos temen que la condición de sus pacientes empeore. En horas de comida, grupos de ayuda entregan alimentos y bebidas, brindando un raro consuelo a los familiares. Mariela señala que un simple plato caliente y una bebida caliente en la noche alivian momentáneamente su desgaste emocional.
