La diputada Jennifer González López propone incorporar prácticas ancestrales como la terapia floral al sistema de salud del Estado de México, con el objetivo de rescatar conocimientos tradicionales y ofrecer alternativas complementarias a la medicina convencional. Esta iniciativa complementa la propuesta de la gobernadora para proteger territorios, cultura y lenguas indígenas, y busca reconocer el valor terapéutico de estas prácticas, garantizando su acceso seguro y regulado.
Durante el Foro Medicina Alternativa, González López resaltó que esta propuesta está alineada con los compromisos internacionales de México y con las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que promueven la inclusión de medicinas tradicionales y conocimientos ancestrales en los sistemas de salud.
Asimismo, recordó que la Ley General de Salud, en su artículo primero bis, reconoce el derecho a un bienestar integral, lo que permite la incorporación de terapias no convencionales, como la terapia floral. Esta terapéutica, basada en el uso de esencias de flores, tiene potencial en México, país que registra más de 4,500 plantas medicinales, siendo el segundo con mayor diversidad después de China, informó Alejandra Valdés, terapeuta e investigadora argentino-mexicana.
Valdés explicó que la terapia floral equilibra emociones y favorece la salud física y mental sin usar principios activos químicos, por lo que es compatible con otros tratamientos y apta para todas las edades. Mencionó que en México se han trabajado especies como el árnica mexicana, la flor de chile y el hinojo, cuyas propiedades han sido avaladas en estudios científicos, incluyendo uno en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) que reportó una efectividad del 85 % en reducir estrés y ansiedad.
A pesar de estos avances, la terapia floral sigue siendo marginal en el país. Mientras países como Cuba, Nicaragua y Brasil ya la han incorporado en sus políticas públicas, en México solo se destina el 1.3 % del presupuesto en salud mental, lejos del 5 % recomendado por la OMS.
Valdés destacó la necesidad de reformar la normativa para que estas terapias sean un complemento, y no un sustituto, de la medicina moderna, por su accesibilidad y bajo costo. “No se trata de oponer la medicina tradicional a la moderna, sino de construir puentes. El dolor es inevitable, pero el sufrimiento puede aliviarse con las herramientas adecuadas”, afirmó.
Reconoció también los desafíos, como el escepticismo en algunos sectores médicos, por lo que es fundamental fortalecer la formación de terapeutas, garantizar la calidad de productos y establecer protocolos de uso. La creación de programas sectoriales y la colaboración con instituciones como la Universidad Intercultural del Estado de México podrían facilitar estos avances.
Si se logran estos esfuerzos, el Estado de México establecería un precedente en la integración de saberes ancestrales con la ciencia, ofreciendo a su población un modelo de salud más inclusivo y holístico, concluyó.