La energía y rebeldía de Johnny Fogerty, líder y fundador de Creedence Clearwater Revival, parecen desconocer los años, a sus 80 años sigue entregando toda su pasión en el escenario. Después de una carrera que supera las seis décadas y de una única presentación en México en 2006, el felino volvió a dejar huella en la capital mexicana en un concierto memorable en el Auditorio Nacional el lunes 29 de septiembre.
Vestido con su característico camisa a cuadros, Fogerty interpretó sus grandes éxitos, clásicos del roots rock que tanto ansiaba volver a presentar tras una larga disputa legal con Fantasy Records y complicaciones relacionadas con el nombre de la banda con sus antiguos compañeros.
Desde el inicio, canciones como “Bad Moon Rising”, “Up Around the Bend”, “Green River” y “Who’ll Stop The Rain” marcaron la pauta, en un escenario donde estuvieron sus hijos Shane y Tyler Fogerty, a quienes presentó como “una familia”.
El concierto contó con un destacado componente de guitarras, incluyendo una icónica Rickenbacker, emblemática por su uso en Woodstock 1970. Fogerty explicó cómo modificó la guitarra con una pastilla Hambucker proveniente de una Les Paul, inspirado por Jimmy Page de Led Zeppelin, y cómo su esposa Julie logró recuperarla en Estados Unidos hace dos años.
El set continuó con temas como “Rodi”, “Run Thru the Jungle”, “Joy of My Life” y “Fight Fire”, incluido en su reciente álbum “Legacy: The Creedence Clearwater Revival Years” lanzado en agosto, que marcó su regreso tras las complicaciones legales.
Clásicos como “Long As I Can See The Light”, “Have You Ever Seen The Rain?” y “Cotton Fields” terminaron de consolidar la noche, además de un emotivo solo de armónica. La visualidad también tuvo su espacio, con animaciones e iluminación que evocaron la psicodelia de los años setenta.
Para cerrar con alta energía, temas como “Old Man Down Road”, “Down On The Corner” y “Fortunate Son” elevaron el ánimo del público. En el encore, Fogerty interpretó “Travelin’ Band” y “Proud Mary”, despidiéndose de México con una promesa: “No he estado aquí muy seguido, pero lo estaré”, antes de abandonar el escenario.
Este reencuentro con México quedó marcado como un recuerdo emotivo y lleno de energía, que reafirma la vigencia y pasión de un icono del rock mundial.