Justicia y resistencia en la periferia del Valle de Toluca: marcha por Natalia y las víctimas de violencia

Por: Equipo de Redacción | 04/07/2025 14:00

Justicia y resistencia en la periferia del Valle de Toluca: marcha por Natalia y las víctimas de violencia

Las cruces, infancias al frente, carteles y signos de impotencia marcaron la marcha en memoria de Natalia y otras víctimas de feminicidio en los municipios de la periferia del Valle de Toluca, donde la violencia cotidiana es una realidad documentada día tras día.

Convocada por colectivas como Sombras Libres y Mamá Está Contigo, la movilización recorrió este viernes las calles de Xonacatlán y Otzolotepec para exigir justicia y respuestas urgentes ante el abandono institucional.

Natalia, de 14 años, desapareció el 27 de junio en Xonacatlán y fue encontrada sin vida en Otzolotepec, con huellas de tortura y abuso sexual. Su caso volvió a evidenciar el grave entorno de violencia familiar, abusos sexuales e impunidad que enfrenta la región. Las investigaciones apuntan a que su expareja, Rodrigo N., y tres sujetos más, uno aún prófugo, estarían involucrados en su feminicidio.

En lo que va del año, Xonacatlán registra seis denuncias por violación, 33 carpetas por violencia familiar y un homicidio doloso. Otzolotepec, en cambio, presenta cifras aún mayores, con ocho violaciones y 80 denuncias por agresiones domésticas solo de enero a mayo.

Sombras Libres ha dado seguimiento a casos en la memoria colectiva, incluyendo a Jessica, Wendy, Melanie y Lisandro, víctima de desaparición forzada y asesinato. La lista continúa creciendo, advierten las activistas.

‘Hay demasiados casos y muchos pasan desapercibidos. Si no exigimos ahora, esto no cambiará’, advirtió Vianey Maya, vocera de la colectiva.

Las activistas destacan que la violencia en la zona no es un fenómeno aislado, sino que se sostiene en un contexto donde coexisten economías ilegales, tráfico de drogas y disputas territoriales de grupos de talamontes, particularmente en la zona norponiente del Valle de Toluca, reconocida por autoridades y estudios académicos como una región afectada por células criminales.

Estas organizaciones no solo controlan territorios, sino que también empujan a jóvenes hacia el consumo de drogas y conductas delictivas. Según el Instituto Mexiquense de Salud Mental y Adicciones, la proliferación del consumo entre adolescentes es un factor que alimenta la violencia, especialmente en comunidades con poca infraestructura de apoyo y presencia de crimen organizado.

Un diagnóstico del Consejo Estatal para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (2024) señala que el consumo problemático de sustancias aumenta la violencia física, emocional y patrimonial, y que en zonas controladas por redes delictivas, estas agresiones se intensifican rápidamente.

Este contexto ya se refleja en las familias: hace dos semanas, una menor en situación de riesgo envió su ubicación en tiempo real para pedir ayuda, pero ni la policía ni las células de búsqueda acudieron, y posteriormente fue víctima de abuso sexual. Las colectivas aseguran que tales omisiones son frecuentes y evidencian una indiferencia institucional.

Durante la marcha, las participantes exigieron mayor vigilancia, una célula de búsqueda permanente, cuerpos policiales capacitados en atención a víctimas y mecanismos efectivos de prevención. Sin embargo, enfatizaron que la violencia también proviene de entornos familiares fracturados, atravesados por la pobreza, la falta de oportunidades y la presencia constante de drogas y armas.

Al finalizar, frente a la presidencia municipal de Xonacatlán, las asistentes pintaron huellas moradas, colocaron cruces de madera, dejaron pancartas con mensajes de niñas y adolescentes, y realizaron actos de iconoclasia en las ventanas del edificio.

Mensajes como ‘Nos falta Natalia’ y ‘A los 14 se sueña, no se entierra’ resonaron durante el acto.

Antes de retirarse, las colectivas llamaron a las autoridades a actuar. La marcha no solo fue un reclamo por el caso de Natalia, en el que ya hay tres detenidos, sino también una denuncia profunda de las condiciones que permiten que niñas y mujeres vivan y mueran en un contexto de violencia estructural.

Las colectivas advirtieron que continuarán en las calles mientras el Estado no garantice justicia, verdad ni las condiciones mínimas para una vida libre de violencia.