Kuélap y Choquequirao: joyas ocultas del patrimonio arqueológico peruano que desafían al turista aventurero

Por: Equipo de Redacción | 22/07/2025 15:30

Kuélap y Choquequirao: joyas ocultas del patrimonio arqueológico peruano que desafían al turista aventurero

Perú sigue destacando como uno de los destinos más ricos en historia y diversidad geográfica en Sudamérica. Aunque Machu Picchu atrae la mayor atención turística, el país alberga otros sitios arqueológicos de gran valor cultural que permanecen fuera de los circuitos convencionales.

Entre estos, Kuélap y Choquequirao se destacan por sus ubicaciones y características únicas, ofreciendo experiencias distintas para quienes quieren explorar el pasado prehispánico sin las multitudes del turismo masivo.

Alejado de los recorridos tradicionales, visitar estos sitios exige preparación física, apertura cultural y un interés genuino en entornos donde la historia, el paisaje y el silencio aún coexisten sin intermediarios.

Kuélap, construida por la cultura Chachapoyas entre los siglos VI y XVI d.C., se sitúa en la cima del cerro Barreta, a más de 3 mil metros de altitud, en la región Amazonas, en una zona de transición entre la sierra y la selva. Su estratégica ubicación permitía controlar el valle del Utcubamba.

Su arquitectura impresiona por su tamaño y organización: una plataforma de aproximadamente 600 metros flanqueada por muros de piedra que superan los 20 metros de altura, y más de 400 estructuras, en su mayoría circulares, que habrían servido como viviendas, templos y almacenes, muchas decoradas con motivos geométricos.

Se cree que Kuélap funcionaba como centro político, religioso y militar, construida para consolidar una élite gobernante en alturas que ofrecían ventajas defensivas. La forma en que los Chachapoyas establecieron sus principales asentamientos en zonas elevadas contrasta con otras culturas andinas.

Para visitarla, desde Lima se puede volar a Chachapoyas o Jaén en Cajamarca, y desde allí acceder vía terrestre. Desde Nuevo Tingo, en las inmediaciones de la fortaleza, parte un teleférico de 20 minutos con vistas panorámicas del cañón del Utcubamba, o se puede optar por caminatas de 9 kilómetros, con una duración de tres a cuatro horas.

El ingreso al sitio requiere compra previa en línea en el portal del Ministerio de Cultura peruano. Las autoridades trabajan en la recuperación y reapertura total del complejo, afectado por deslizamientos en años anteriores.

A más de 1,500 kilómetros al sur, en Cusco, se ubica Choquequirao, cuyo nombre en quechua significa 'cuna de oro'. Situado en lo alto de una cresta que domina el río Apurímac, fue construida en el período final del Imperio Inca, en el siglo XV.

A diferencia de Machu Picchu, que ha sido objeto de restauraciones extensas, Choquequirao todavía está parcialmente cubierta por vegetación y gran parte de su extensión no ha sido excavada. Las estructuras visibles muestran plazas, templos, recintos ceremoniales y sistemas hidráulicos, evidencias de una planificación urbana compleja.

Se estima que pudo haber funcionado como enlace entre diferentes regiones, además de haber servido como refugio durante la resistencia inca a la conquista española. Su ubicación, además, la vincula a rutas hacia Vilcabamba, el último bastión inca.

Llegar requiere esfuerzo físico: desde Cusco, el viaje inicia en Cachora (aproximadamente cinco horas en coche) y continúa por un sendero de unos 30 kilómetros hasta la ciudadela, en una caminata de cuatro a cinco días con campamentos en ruta. Alternativamente, desde Capuliyoc, se acorta la primera parte del recorrido.

El camino atraviesa diversos ecosistemas, desde regiones áridas hasta bosques húmedos montañosos, e implica contar con guías, arrieros y equipo de campamento. Varias agencias en Cusco ofrecen servicios especializados.

Kuélap y Choquequirao representan opciones únicas para quienes buscan experiencias culturales y arqueológicas distintas a las del circuito tradicional del Perú. Con menor infraestructura, estos sitios apuestan por un turismo que valore el esfuerzo, la observación y la conexión con la naturaleza y la historia.

Aunque todavía con menor difusión y afluencia, las autoridades culturales trabajan en su conservación, restauración y en ofrecer un acceso controlado que respete su carácter original.

Para los viajeros mexicanos, Perú resulta aún más accesible gracias a vuelos directos desde Ciudad de México hacia Lima, operados por Aeroméxico, LATAM y Volaris. Desde allí, se puede conectar con vuelos internos a Cusco, Jaén o Chachapoyas, facilitando la exploración de estos sitios.

El portal oficial www.peru.travel proporciona información actualizada sobre rutas, permisos y recomendaciones para quienes desean aventurarse más allá de los destinos tradicionales.

Estos lugares ofrecen mucho más que historia: invitan a caminar lentamente, observar con atención y escuchar el silencio de paisajes que aún conservan su carácter original. Son destinos que desafían al viajero a conectar con el Perú profundo y milenario, lejos de las multitudes y el turismo de masas.