Un amplio estudio realizado en España revela las profundas diferencias en mortalidad hospitalaria por insuficiencia cardíaca entre diferentes comunidades autónomas, subrayando la influencia de los determinantes sociales en la salud. La investigación, liderada por la doctora Carolina Ortiz Cortés del Hospital Universitario de Alcorcón y publicada en la Revista Española de Cardiología, analizó 764,083 ingresos en 263 hospitales públicos del Sistema Nacional de Salud entre 2016 y 2022.
El estudio destaca que la mortalidad hospitalaria por insuficiencia cardíaca en España, que afecta a casi un millón de personas y es una de las principales causas de ingreso hospitalario, no es homogénea en todo el territorio. La tasa global fue del 11.3%, pero varía significativamente entre regiones: en el País Vasco fue del 7.7%, mientras que en Andalucía alcanzó el 16.4%.
Según la investigación, el Producto Interior Bruto (PIB) per cápita de cada comunidad emergió como el principal factor protector frente a la mortalidad hospitalaria. Un mayor nivel de renta regional se asoció con una reducción significativa en el riesgo de fallecimiento durante la hospitalización, con un odds ratio (OR) de 0,5.
Los autores emplearon datos del Conjunto Mínimo Básico de Datos (CNBD), la Encuesta de Condiciones de Vida del INE y los indicadores del Sistema Nacional de Salud para construir un modelo de regresión logística multinivel, que permitió evaluar el impacto de variables clínicas, demográficas y sociales.
Otros factores que influyen en la mortalidad incluyen la tasa de paro, que por cada aumento del 1% incrementa el riesgo en un 2% (OR=1,02), así como el consumo de alcohol (que aumenta el riesgo en un 6%) y la contaminación por partículas en el aire (que eleva el riesgo en un 3%). Aunque el PIB es el principal determinante, estos indicadores sociales y ambientales también desempeñan un papel importante.
El estudio evidencia que el nivel socioeconómico afecta los hábitos de vida, y en consecuencia, la salud cardiovascular: variables como la actividad física, la educación sanitaria, el consumo de tóxicos y la alimentación están estrechamente relacionados con las condiciones sociales y económicas.
A pesar de ajustar los resultados por edad, sexo y patologías clínicas, persisten las diferencias entre regiones, reforzando la hipótesis de que las desigualdades sociales y económicas inciden en la mortalidad hospitalaria. Los principales factores clínicos asociados a un mayor riesgo incluyen shock cardiogénico, ictus, cáncer metastásico y neumonía.
Los autores concluyen que mejorar las condiciones sociales de las comunidades y fortalecer la atención hospitalaria son acciones complementarias indispensables. Además, enfatizan en la necesidad de integrar los Determinantes Sociales de la Salud (DDS) en la evaluación de resultados en salud y en la planificación de políticas sanitarias, para reducir las desigualdades y mejorar la supervivencia de quienes padecen insuficiencia cardíaca.