–Si tu papá pudiera verte en este momento, ¿qué le dirías? –le pregunté en una oportunidad a Ricardo Fort. –Le diría: 'Mirá papá, llegué' –me respondió 'El Comandante' con los ojos empañados por las lágrimas.
En su departamento, ubicado en la calle Sucre al 1900 de Belgrano, siempre estaba prendida la televisión. En todos los programas de espectáculos, hablaban de él, y él se jactaba de poder modificar cualquier ciclo con un simple mensaje de texto, lo que sentía como un súperpoder en esa época sin WhatsApp.
Su movimiento era constante: los 'gatos' (modelos que lo acompañaban) jugaban a la PlayStation, sus custodios patrullaban los pasillos, sus hijos, Martita y Felipe, a veces se sumaban junto a su pareja de entonces, Rodrigo Díaz. También siempre había un periodista, actor o productor hablando con él respecto a algún trabajo. Era 2012, y, pese a todos los obstáculos, Ricardo había conseguido lo que siempre soñó.
Nacido el 5 de noviembre de 1968, Ricardo era el menor de tres hijos de Carlos Fort y Marta Campa. Se esperaba que siguiera los pasos del imperio familiar de chocolates FelFort, fundado por su abuelo. Sin embargo, su vocación artística, influenciada por su madre, una cantante, fue más fuerte que las expectativas empresariales.
Don Carlos, que había construido la fortuna familiar con esfuerzo, se frustraba al ver que su hijo no quería dedicarse a la fábrica, y las diferencias se acentuaban por su orientación sexual. Ricardo confesó que su padre le llegó a decir: 'Prefiero tener un hijo drogadicto y no un hijo gay', en una situación dentro del auto.
Nunca abandonó su sueño, aunque ocultaba sus relaciones amorosas durante muchos años y en ocasiones intentaba aparentar una vida con parejas femeninas para evitar juicios en los medios. Desde joven, quiso ser famoso, ser ovacionado y protagonista, y lo logró.
Con 19 años, se mudó a Los Ángeles con Gabriel Rydz, un empresario que le abrió puertas a la libertad. Tras su separación, se trasladó a Miami y empezó su carrera como cantante, aunque enfrentó rechazos en castings y evaluaciones que lo alejaron del éxito esperado.
Su sueño era hacerse como Ricky Martin, y aunque grabó temas y apareció en televisión en los ’90, su carrera artística no despegó como deseaba. Sin embargo, llevó adelante diferentes proyectos: lanzó productos como barras de cereales en Argentina, impulsados por ideas que traía de EE.UU.
También creó un reality en YouTube, mostrando sus días en Miami: paseos en Rolls Royce, compras extravagantes, encuentros con su supuesto novia, Celina Rucci, lo convirtieron en un personaje mediático. Gracias a esto, Marcelo Tinelli se fijó en él.
En 2009, ingresó a 'ShowMatch' en 'El musical de tus sueños', y un año después se convirtió en jurado de 'Bailando por un sueño'. Se mostró en programas como 'Intrusos', 'Am va y 'Ponele la firma', generando controversias y escándalos mediáticos.
Luego, en 2012, intentó hacer su propio programa, 'Fort Night Show', y volvió a teatro con 'Mi novio, mi novia y yo'. También regresó como jurado invitado en 'Bailando', sintiendo que ese era su lugar.
Para ese entonces, su salud se deterioraba, impulsada por problemas de columna y las secuelas de una cirugía mal realizada, sumado al abuso de morfina. A pesar de ello, seguía esforzándose por mantener su presencia mediática.
La pregunta que le hicieron sobre qué le diría a su padre si pudiera verlo fue respondida con un simple 'llegué'. Había alcanzado su propia fama, protagonizaba su obra, y era uno de los hombres más reconocidos del país. Pero no pudo disfrutar plenamente ese logro.
En verano de 2013 casi muere durante una función en Mar del Plata. Y el 25 de noviembre, mientras estaba hospitalizado en el Sanatorio de la Trinidad, sufrió una hemorragia estomacal y falleció a los 45 años. A pesar de todos sus logros, Ricardo todavía tenía mucho por vivir y disfrutar.