
En las brumosas montañas del cantón de Uri, en Suiza, donde el río Reuss serpentea entre escarpadas gargantas, se cuenta una historia que ha pasado de generación en generación durante más de setecientos años.
Era el siglo XIII cuando los habitantes de los pueblos cercanos al río Reuss enfrentaron un desafío que parecía imposible de superar: el caudaloso río formaba un valle tan profundo y traicionero que separaba las comunidades, haciendo cada cruce una aventura mortal. La necesidad de un puente era urgente, pero la naturaleza salvaje del lugar parecía imposible de domar.
Repetidos intentos de construir un puente se frustraron, ya que las estructuras se desplomaban y muchos obreros perdían la vida en el intento. La garganta del Reuss parecía maldita. Ante la desesperación, el gobernante de Urner gritó con furia: “¡Solo el diablo puede construir este puente!”.
Como si sus palabras hubieran sido una invocación, apareció una figura sombría: el diablo en persona, con ojos brillantes y sonrisa helada. Su precio por construir el puente sería el alma de la primera persona que lo cruzara. Los habitantes, desesperados, aceptaron el pacto. Al amanecer, un puente magnífico emergió sobre la garganta, una obra de ingeniería asombrosa.
La incertidumbre de quién sería el primero en cruzar generó temor. Entonces, un astuto campesino propuso un engaño: enviar a su macho cabrío. Como el pacto solo especificaba 'persona', el animal fue empujado al puente. El macho cabrío trotó felizmente hacia el otro lado, burlando al diablo.
Enfurecido, el diablo intentó destruir su obra con una enorme roca, pero una anciana del pueblo, guiada por su fe, trazó una cruz sobre la primera piedra. En ese instante, el puente se transformó en una estructura bendecida por la fe. Molesto, el diablo dejó caer su roca y desapareció en una nube de humo sulfuroso, jurando nunca volver.
Desde entonces, el Puente del Diablo en Uri permanece en pie, símbolo del ingenio humano y la victoria de la fe. La piedra donde la anciana trazó la cruz todavía muestra esa marca, recordando que la astucia y la divinidad pueden vencer incluso las fuerzas más oscuras.
Los habitantes de Uri continúan narrando esta leyenda a sus hijos, enseñándoles que ningún desafío es insuperable cuando se combina inteligencia, valor y fe. La historia del Puente del Diablo en Uri refleja la valiosa tradición de resistencia, ingenio y la protección de lo divino en la cultura suiza, manteniendo vivo un relato que combina la audacia campesina y la fe eterna en la protección celestial.