En la época de la Inquisición, al sur de la Ciudad de México, una pareja joven de enamorados fue perseguida para evitar que unieran sus vidas. Decidieron huir hacia el bosque en busca de refugio y libertad, pero su escape fue en vano: un oficial los encontró rápidamente.
En un momento de descuido, lograron esconderse en una zona más profunda del bosque, hoy conocida como el Parque Nacional Fuentes Brotantes. Entre los árboles, encontraron una enorme piedra que, de forma mágica, se abrió por la mitad, invitándolos a entrar.
Desesperados, la atravesaron y nunca volvieron a salir. Desde entonces, esa piedra se convirtió en una leyenda local, parte de la historia del parque.
Los habitantes de la zona afirman que la piedra busca nuevas víctimas, especialmente niños. Se advierte a los visitantes no aceptar dulces, flores o frutas que aparecen cerca, ya que se cree que son tentaciones del Diablo, posiblemente ofrendas de rituales de brujería.
Se comenta también que durante la noche, cerca de la piedra mágica, se escuchan gritos desgarradores y aparecen apariciones fantasmales. Una figura de mujer hermosa, que atrae y seduce a quienes se acercan, podría ser la Llorona, la leyenda que algunos dicen habitar esa roca, esperando a sus hijos que murieron ahogados en un río cercano.
Existe otra versión que sostiene que la piedra no está poseída por el Diablo, sino que es el refugio de la Llorona, quien deambula buscando a sus hijos perdidos.
El Parque Nacional Fuentes Brotantes, uno de los lugares más enigmáticos del sur de la Ciudad de México, atrae a visitantes por sus historias de apariciones y leyendas como la de la piedra mágica y la Llorona, enriqueciendo su misterio y atractivo.