El regreso de Cate a Irlanda del Norte, tras años viviendo en Londres y aparentando distanciamiento de los conflictos que marcaron su país natal, se convierte en un momento crucial en la novela 'Una a una en la oscuridad', de Deirdre Madden, publicada en 1996. La autora irlandesa explora cómo la memoria de la violencia política en Irlanda del Norte, lejos de desaparecer, impregna la vida de quienes intentan dejarla atrás.
Cate, quien ha establecido una vida independiente en la capital británica, trabaja en una revista de moda y decoración, y mantiene relaciones amorosas sin compromisos. Sin embargo, su aparente desconexión de los 'Troubles' —el prolongado conflicto entre católicos y protestantes en Irlanda del Norte— se ve cuestionada cuando regresa a su pueblo natal para comunicar una noticia importante. El reencuentro con su madre y sus hermanas, Helen y Sally, revive recuerdos de los años más oscuros del enfrentamiento, dando un nuevo significado a los paisajes y lugares familiares: los campos, los pueblos, las calles y el lago.
La novela fue publicada dos años después del primer alto el fuego y dos antes del Acuerdo de Viernes Santo de 1998, situándose en un momento clave en la historia reciente de Irlanda del Norte. Madden retrata cómo la guerra civil transformó radicalmente la vida cotidiana de personas comunes, como las tres hermanas, quienes se dice que 'si no hubieran sido hermanas, probablemente nunca habrían sido amigas'. Helen trabaja como abogada especializada en terrorismo en Belfast, mientras que Sally enseña en un colegio católico donde las monjas intentaron inculcarles piedad y sumisión. Cate, por su parte, representa a quienes lograron escapar de ese entorno.
La estructura narrativa alterna entre el presente, con paseos, conversaciones y risas durante la semana que Cate pasa en el pueblo, y el pasado, evocando una vida anterior al conflicto —que Madden describe como de impacto 'mínimo pero profundo'. Se incluyen visitas a la iglesia, la tienda, excursiones a la feria anual, lugares emblemáticos como la Cruz de Ardbee y el Pozo Sagrado, además de celebraciones familiares.
Entre ambos tiempos, Madden entrelaza las manifestaciones iniciales por los derechos de la minoría católica, la represión violenta, la radicalización, enfrentamientos con la policía, el surgimiento de grupos paramilitares, detenciones arbitrarias, bombas y asesinatos, tanto de políticos como de civiles sin filiación definida. La novela también muestra cómo estas experiencias dividieron amistades y separaron familias.
Uno de los momentos más impactantes es el asesinato de Charlie Quinn, padre de Cate, Helen y Sally. Madden lo presenta no como un evento aislado, sino como parte del ciclo de violencia que marcó aquella época. Aunque algunos lectores contemporáneos puedan encontrar un cierto didactismo en la narración del conflicto, la autora destaca por su capacidad de abordar un capítulo complejo de la historia a través de la experiencia íntima de sus personajes, sin emitir juicios.
La sensibilidad de Madden se refleja en cada página, con descripciones y retratos que adquieren vitalidad. Su estilo la sitúa en la tradición de escritores como Frank O’Connor, Colm Tóibín y Edna O’Brien, logrando que 'cada página del libro parezca florecer con cada descripción y retrato que la autora construye'.