La costumbre de preparar ofrendas para los niños fallecidos, conocidas popularmente como los 'angelitos', continúa vigente en varias comunidades de Toluca y localidades cercanas. Esta tradición se realiza cada 31 de octubre, un día antes de la conmemoración de los fieles difuntos adultos.
En zonas como la zona norte de Toluca, San Pablo, Pueblo Nuevo y San Juan de las Huertas en Zinacantepec, las familias montan altares especiales en memoria de los pequeños que partieron antes de tiempo.
Carmen Domínguez, residente de Pueblo Nuevo, explicó que en San Pablo se acostumbra a poner una ofrenda sencilla para los niños que visitan los hogares antes de la llegada de los difuntos mayores.:
"Acá en San Pablo se acostumbra a poner una ofrenda no tan grande para los niños que visitan los hogares. Es el 31 de octubre, antes de que lleguen los muertos adultos mayores."
Más allá de ser una tradición decorativa, estas ofrendas representan un acto de convivencia espiritual y memoria familiar, donde se busca que los pequeños difuntos tengan algo de comer, beber y la oportunidad de convivir con sus seres queridos.
En las ofrendas, los alimentos no deben ser picantes y suelen incluir frutas, pan, flores, velas, dulces y juguetes, elementos que simbolizan la inocencia y la alegría infantil.
Evelina Navarrete, de San Juan de las Huertas, recordó: "Les ponemos juguetitos para que cuando lleguen las ánimas de los niños puedan jugar como lo hacían en vida, eso me decía mi mamá."
Estas ofrendas se colocan el 31 de octubre y se retiran al día siguiente, 1 de noviembre, coincidiendo con la celebración dedicada a los adultos difuntos. Generalmente son más pequeñas que las tradicionales, diseñadas solo para los 'angelitos'.
Aunque la tradición persiste, las vecinas señalan que cada vez son menos los hogares que mantienen esta práctica. Sin embargo, muchas consideran que es una tradición valiosa que no debe perderse, ya que permite a los niños y a los difuntos menores convivir con sus seres queridos.
Como expresó Evelina Navarrete, "yo creo que es una tradición que no debe perderse, pues así como los difuntos adultos vienen a convivir con nosotros, también los niños pueden hacerlo".