La transformación de Julián Weich: de la sensibilidad extrema a la paz interior y la ayuda solidaria

Por: Equipo de Redacción | 19/10/2025 23:01

La transformación de Julián Weich: de la sensibilidad extrema a la paz interior y la ayuda solidaria

Julián Esteban Weich (58) relata cómo su sensibilidad, inicialmente vista como una carga, se convirtió en un canal para el altruismo que define su forma de vivir. Desde su infancia en Belgrano, marcada por una familia con vínculos complicados, hasta su camino hacia la búsqueda espiritual, Weich comparte las lecciones que aprendió a lo largo de los años.

Reconoce que desde joven pudo identificar aquello que no se dice en los vínculos, detectando la verdadera realidad detrás de las apariencias, lo que le generaba angustia y tristeza. Proveniente de una familia de clase media, con una madre bailarina y obstetra y un padre actor, Weich sufrió la poca satisfacción que sus progenitores lograban alcanzar: su madre luchó por ser feliz y salió adelante tras un trasplante de corazón, mientras que su padre, enfermo de cáncer, no quiso seguir tratamientos médicos y falleció a los 57 años.

El deseo de construir su propio camino llevó a Julián a emigrar y formar su familia. Contrajo matrimonio con Valeria Wainer y tuvo a su hija Iara. Su relación con su madre fue tensa, principalmente por diferencias en la crianza, pero con el tiempo lograron paz y reconciliación. La muerte de su padre fue un punto de inflexión que le hizo entender que la autocomprensión y el amor propio eran esenciales.

Su ingreso al mundo de la actuación ocurrió por influencia de sus suegros, Luis Brandoni y Marta Bianchi, y no por ambiciones de fama. Aunque en la cúspide profesional de 1996 a 2001 sintió una depresión silenciosa, buscó ayuda y encontró en la espiritualidad, a partir de 2002, un camino más profundo de paz y equilibrio. La lectura de libros y prácticas como la meditación, yoga y regresiones a vidas pasadas, le permitieron entender que la felicidad no es un estado permanente, sino momentos que se disfrutan y aprenden a valorar.

Su forma de vivir cambió también con la decisión de dejar de comer carne, identificando en ese acto una distancia de la competencia y la agresividad. La fama, en cambio, fue una experiencia complicada: Weich optó por establecer límites claros para proteger su privacidad y priorizar su bienestar emocional, entendiendo que la carrera televisiva es sólo una parte de su vida.

Su compromiso social se consolidó con la fundación de Conciencia y su trabajo con ONGs, además de ser embajador de UNICEF durante más de treinta años. Weich se vive hoy con proyectos a corto plazo, disfrutando la sencillez y la paz que alcanzó tras superar el deseo de ser un personaje público y comprender que la felicidad genuina radica en vivir en armonía consigo mismo.

Una anécdota significativa fue cuando, en su cumpleaños, pidió perdón a sus hijos por errores pasados, evidenciando su compromiso de reparación emocional. Asegura que no pronuncia 'Te amo', prefiriendo expresiones más concretas y acciones que demuestren afecto y voluntad.

Su historia de vida está marcada por experiencias en África, viajes espirituales y una profunda introspección, que le permitieron reconectar con valores esenciales. Weich reflexiona sobre el desapego material y la importancia de encontrar sentido en cada momento, enseñanzas que comparte a través de su ejemplo y su compromiso con causas sociales, en busca de una vida más plena y auténtica.