Los seres humanos dedicamos buena parte de nuestra existencia a buscar la felicidad. Consultamos libros, frases motivacionales o seguimos rutinas milagrosas en busca de respuestas.
Sin embargo, según el filósofo y escritor José Carlos Ruiz, la clave no reside en lo que tenemos, sino en cómo vivimos. Inspirándose en las ideas de Immanuel Kant, Ruiz señala que "la felicidad es el agrado de la vida que nos acompaña sin interrupciones durante una existencia virtuosa".
Esto implica que la felicidad no es un estado pasajero, sino una sensación de bienestar constante que se logra actuando con coherencia y virtud. El filósofo critica la sociedad consumista actual, en la que se ha convertido la felicidad en un producto comercial: "Nos han hecho creer que se puede comprar".
Palos de viaje como viajes, autos, moda o tecnología, se venden como caminos hacia la satisfacción, pero sus efectos son breves. Ruiz advierte que la malinterpretación de la psicología positiva ha contribuido a esta idea errónea, planteando que la felicidad es una meta alcanzable siguiendo ciertos pasos, cuando en realidad es un proceso interno.
En años recientes, se ha promovido la idea de que el trabajo debe ser una fuente de realización personal. No obstante, Ruiz advierte que esto puede afectar especialmente a los jóvenes. Estudios muestran que la generación Z cambia de empleo cada 1.1 años en busca de mejores condiciones, flexibilidad o desarrollo. "Se les ha vendido que no serán felices si no progresan laboralmente", comenta, pero esta narrativa genera frustración y ansiedad, ya que pocas veces el trabajo cumple con esas expectativas.
Añade que "hemos convertido el trabajo en el eje de nuestra identidad", lo cual puede dejar de lado aspectos importantes de la vida personal. Frente a este panorama, Ruiz propone recuperar la filosofía clásica: la felicidad surge de vivir con virtud. Él explica que "la virtud es aquello que permite, al final del día, poder decir: hoy di lo mejor que pude, y mañana intentaré hacerlo igual o mejor".
La constancia en hacer el bien por el simple hecho de hacerlo, más que en los logros grandiosos, genera una satisfacción profunda. Para Ruiz, el secreto está en esforzarse cotidianamente por obrar bien, sin esperar recompensas externas.
La mejora no tiene por qué ser enorme: puede ser tan simple como cocinar mejor que ayer, leer un libro exigente, escuchar con atención o dedicar tiempo de calidad a quienes amamos. "A veces, lo único que necesitamos para ser felices es prestarle atención plena a quienes queremos", afirma.
Para José Carlos Ruiz, la vida se resume en hacer cada día lo mejor posible. La felicidad, insiste, no está en los objetos, ni en el éxito profesional, sino en la conexión entre nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. No se compra, ni se persigue, ni depende de circunstancias externas. La verdadera felicidad se construye día a día, con virtudes, atención plena y la tranquilidad de haber actuado con coherencia.