Junto a su madre, Leonor Acevedo de Borges, el célebre escritor argentino Jorge Luis Borges forjó su destino hasta casi el final de sus días. Vivieron juntos más de setenta años, y su separación solo ocurrió con la muerte de ella, nunca por voluntad propia. Como señala el coleccionista y biógrafo Alejandro Vaccaro, Borges mantuvo un matrimonio simbólico con su madre.
Leonor Acevedo, quien vivió casi un siglo, fue una mujer de carácter sagaz, profundamente leída y con raíces en la Buenos Aires del siglo XIX. Fue la transmisora de memorias, traductora y gestora de la carrera de su hijo, además de proteger sus intereses y corregir sus caminos, incluso en asuntos del corazón.
Su testimonio, plasmado en 'Memorias de Leonor Acevedo de Borges', editado por Martín Hadis, es un invaluable retrato de una época y una mujer que vio transformarse la Argentina. Desde los cuentos y poemas de Borges, se pueden escuchar ecos de sus historias y su visión de la ciudad, con referencias a Buenos Aires y a figuras como Evaristo Carriego.
Mientras Borges se obsesionaba con los hombres en sus relatos y sus duelos, la figura materna aparecía también en su obra, aunque de manera sutil. La madre aparece en cuentos como 'El impostor inverosímil' y en escritos que muestran su percepción crítica y a veces irónica de las personas que rodeaban a Borges.
El fallecimiento de su padre, a los 38 años, fue un evento que inspiró algunos de sus cuentos más profundos y le permitió entregarse por completo a su creación literaria, culminando en obras maestras como 'Ficciones' y 'El Aleph'.
Leonor no solo fue su protectora, sino también su consejera, a veces más directa y other times más sutil. La relación, marcada por el amor y la influencia, quedó reflejada en diferentes textos, entre ellos su dedicatoria en 'Obras Completas', donde expresó su gratitud y los recuerdos que compartieron.
A través de su presencia constante y su influencia, Leonor Acevedo fue la figura que construyó el mundo interior y exterior del creador, una madre que, en palabras de Borges, fue la fuente misma de su mitología porteña y de su destino literario. Sin ella, quizás, Borges no habría llegado a ser esa figura emblemática de la literatura argentina que todavía fascina y trasciende generaciones.