El caso de María Branyas, quien alcanzó los 117 años de edad, genera la reflexión sobre cuál es realmente el secreto para vivir tanto tiempo. Más allá de las recetas anecdóticas o los suplementos milagrosos, la ciencia ha trabajado desde hace años en responder a la pregunta: ¿cómo lograr vivir hasta los 100 años con buena salud?
La esperanza de vida saludable, que implica no solo alcanzar la vejez sino hacerlo en condiciones óptimas, solía asociarse exclusivamente a la genética. Se creía que el ADN determinaba cuántos años viviría una persona, dejando el resto al azar.
No obstante, investigaciones recientes sugieren que no todo está escrito en nuestros genes. El doctor Manuel de la Peña, presidente del Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social, destaca que "la longevidad no depende de la suerte ni de tus padres, depende de ti". En una publicación en TikTok, el experto comparte su experiencia de más de cuarenta años en medicina y asegura que "solo el 25 % de tu longevidad está determinada por tu genética; el 75 % restante depende de tus hábitos diarios".
De la Peña ha observado en estudios con centenarios de distintas partes del mundo que ninguno vive tanto por casualidad. Ellos lograron esa longevidad a través del control consciente de sus hábitos cotidianos. Por eso, recomienda a sus pacientes repensar sus costumbres diarias, reafirmando que "no eres esclavo de tu genética, tú eres el autor de tu longevidad".
Las regiones conocidas como las Zonas Azules —como Okinawa, en Japón, y Cerdeña, en Italia— ejemplifican esta idea. En estos lugares, la población suele superar los 90 años, y la clave parece residir en su dieta: alimentos frescos, de origen vegetal, bajos en carnes rojas y procesados. Legumbres, frutas, verduras y aceite de olivo nutren y protegen corazón y cerebro.
El ejercicio físico regular es otro factor determinante. No es necesario realizar rutinas extremas, sino mantener una actividad constante como caminar, andar en bicicleta o practicar yoga por al menos 30 minutos diarios. Esto mejora la circulación, regula el peso y disminuye el riesgo de enfermedades crónicas como diabetes tipo 2 o hipertensión.
El descanso también juega un papel fundamental en la longevidad. Dormir entre siete y ocho horas por noche favorece la regeneración corporal y el equilibrio hormonal. Además, cuidar la salud mental, mantenerse mentalmente activo, reducir el estrés y fortalecer las relaciones sociales contribuyen a una vida más larga y plena.
Finalmente, la prevención médica, mediante revisiones periódicas, vacunaciones actualizadas y atención temprana a los síntomas, permite detectar y tratar de manera oportuna enfermedades potencialmente graves, reforzando la idea de que la longevidad depende en gran medida de nuestras decisiones diarias.